UN TORO EN LOS DIAMANTES CAPITULO 5

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UN TORO EN LOS DIAMANTES
Por CESÁREO SUÁREZ NARANJO
CAPÍTULO CINCO.

PRÓLOGO: Después de concluir las Series Divisionales, en las cuales los YANKEES de NUEVA YORK eliminaron a los CERVECEROS de MILWAUKEE tres juegos a dos; y los ATLÉTICOS de OAKLAND – con lujo de facilidades – a los REALES de KANSAS CITY tres a cero, por cuanto a la Liga Americana. En tanto que por la Liga Nacional los EXPOS de MONTREAL dejaba afuera de la competencia al anterior campeón mundial – FILIS de FILADELFIA – por tres juegos a dos; misma cantidad de juegos que necesitaron los DODGERS para eliminar a los ASTROS de HOUSTON.
Así que ya estaba “la mesa puesta”, para que se llevaran a cabo las Series de Campeonato en cada uno de los circuitos; y, en el caso de los angelinos, fueron los anfitriones, en el Dodger Stadium – ante los EXPOS – a partir del martes 13 de octubre. Y se estarían enfrentando BURT HOOTON contra BILL GULLICKSON.
Los DODGERS atacaron pronto, en la segunda entrada, anotando dos carreras; y tres más en el octavo rollo, en lo que contribuyeron PEDRO GUERRERO y MIKE SCIOSIA con jonrones. La única carrera de los EXPOS fue hasta el último capítulo de partido.
Al día siguiente, miércoles 14, le tocó el turno a FERNANDO, con tres días de descanso. Y le tocó enfrentarse a RAY BURRIS. El equipo canadiense atacó a VALENZUELA con dos carreras en la segunda entrada, y otra más en la sexta, mientras que BURRIS mantenía aplacados a los DODGERS, en únicamente cinco imparables.

Como vemos, la serie se había empatado. Y se trasladarían a MONTREAL, donde se llevarían a cabo los encuentros necesarios para definir la serie, que también se pactó a ganar tres de cinco. Y del calor, al frío.
Retornaron las actividades el viernes 16, y los EXPOS volvieron a tomar ventaja, al superar a los angelinos, con pizarra de cuatro carreras a uno. Los DODGERS anotaron primero, en el cuarto episodio sobre el estelar STEVE ROGERS; pero los canadienses le cayeron a JERRY REUSS, con sus cuatro registros, en el sexto capítulo.
A solo un triunfo de que el equipo de MONTREAL pudiese tener la primera participación de su historia en Series Mundiales, el sábado 17 se celebró el cuarto partido, enfrentando nuevamente a los rivales del primer juego: BURT HOOTON por los DODGERS y BILL GULLICKSON. El juego se fue empatado a una carrera, hasta el octavo inning cuando STEVE GARVEY le conectó un jonrón a GULLICKSON con uno en base, y en la novena entrada anotaron cuatro veces más, para remachar el partido.
El juego programado para el domingo 18 de octubre tuvo que suspenderse, por estar cayendo una lluviecita (que más bien era agua-nieve). Para el lunes 19, el OLYMPIC STADIUM tuvo una concurrencia de únicamente dos tercios de su capacidad. Así que, de los 54,000 y pico de aficionados que le cabían al inmueble, únicamente estuvieron 36,491 espectadores.

Las condiciones del tiempo no eran muy agradables. Sobre todo para un muchacho mexicano que no estaba acostumbrado a ese clima (aun teniendo en cuenta los inviernos en su tierra natal). En la única ocasión anterior que VALENZUELA había lanzado en MONTREAL, el 3 de Mayo, las condiciones climáticas eran diferentes (probablemente “entre 15 y 16 grados Celsius”). Pero esta vez, en un otoño que ya “anunciaba” un invierno “¡tempranero!”. Según veo el reporte del clima para ese día, la temperatura – a las 12 del día – estaba en 25 grados Farenheit, que en su equivalencia en grados Celsius era de –3.8889; y a las 3 de la tarde estaba en 30 grados F, es decir -1.111 C. ¡BRRRR!
FERNANDO tuvo enfrente – de nuevo – a RAY BURRIS. Los de MONTREAL abrieron el score en la misma primera entrada cuando TIM RAINES conectó doblete, y anotó en una jugada de doble-play. Los DODGERS empataron en el quinto, con RICK MONDAY conectando sencillo, y llegando a tercera base con otro imparable de PEDRO GUERRERO. Y aprovechó a anotar, con una rola al cuadro. BURRIS salió del juego por un bateador emergente, en la parte baja de la octava entrada.
Y para la parte alta del noveno capítulo, el manager – JIM FANNING – trajo al relevo a su “as”: STEVE ROGERS. Y este retiró a los dos primeros bateadores. Pero, el siguiente, RICK MONDAY, con la cuenta de 3 y 1, le pescó un lanzamiento, para mandarlo al otro lado, por los 385 pies del jardín central. Y, como decimos en el argot beisbolero, ANDREW DAWSON “nada más la vio volar”.

La inmediata expresión de desagrado, a la vez que se desesperanza, surgió de la garganta de algunos aficionados canadienses: “¡Oh, shoot, son of a bee!” (así aparece – eufemísticamente – en una página de Internet; y preferible no consignar las palabras originales).
Todavía, en la parte baja de la novena, los EXPOS – con pasaportes gratis – embasaron a dos hombres, ya con dos outs; pero TOM LASORDA envió al relevo al experimentado BOB WELCH, para sacar el último out, y poner el juego y la Serie “en la congeladora”, en favor de los DODGERS, para que estos fueran de nuevo a una Serie Mundial. Para los EXPOS, tristemente, sería el “último juego en post-series” de toda su historia.
UNA ENEMISTAD AÑEJA. Y ¡ni manera de tomar descanso!, pues la Serie Mundial comenzaría al día siguiente: 20 de octubre. Y sería contra sus “odiados rivales”: los YANKEES de NUEVA YORK quienes, descansaditos, habían dado cuenta de los ATLÉTICOS de OAKLAND en solo tres partidos. Y desde el día 16 estaban esperando su rival de la Liga Nacional.
Y en esto, de las confrontaciones entre los DODGERS y los YANKEES hay mucha historia. Con decirle que son los equipos que más se han enfrentado en Clásicos de Otoño, desde que la franquicia de los “VAGABUNDOS” estaba en el distrito de BROOKLYN; ahí mismo, en Nueva York.
Y esa rivalidad nació a partir de 1941. Y los aficionados sobrevivientes a esa Serie no querrán recordar la “tragedia” que se dio, cuando MICKEY OWEN dejó pasar el tercer strike – para el out 27 del cuarto partido – que el lanzador HUGH CASEY le tiró a TOMMY HENRICH. El pasbol más recordado de la historia.
Más adelante, se vieron las caras en 1947, 1949, 1952 y 1953. Siempre los YANKEES levantándose con el triunfo. Ya les tenían “tomada la medida”. Lo peor es que los DODGERS habían ido dos ocasiones más, con anterioridad: en 1916 y 1920, y siempre habían salido con la derrota.
Hasta que en 1955 se quitaron la “malaria”, derrotando a los MULOS de MANHATTAN en 7 juegos, con aquel JOHNNY PODRES en el montículo, y la milagrosa atrapada de SANDY AMORÓS en el jardín izquierdo. En 1956 los YANKEES volvieron a su hegemonía. Pero, no pasó mucho tiempo, pues con SANDY KOUFAX y DON DRYSDALE, los DODGERS – ya en LOS ÁNGELES, desde 1958 – barrieron a los orgullosos BOMBARDEROS del BRONX, en 1963.

Y, para completar la historia, no hacía mucho – apenas tres años – había habido otros enfrentamientos entre ellos: en 1977 y 1978, en los cuales se llevó el triunfo el equipo neoyorquino. Hasta ese momento los números no eran muy halagüeños para los angelinos: únicamente dos series a favor de los DODGERS, y ocho para los YANKEES.  
Cambiemos un poquito nuestro enfoque, para ver un aspecto importante: la participación de jugadores mexicanos en el Clásico Otoñal, hasta ese momento. Primero, todos lo sabemos, fue el jarocho BETO ÁVILA, con los INDIOS de CLEVELAND, en 1954. HORACIO “EJOTE” PIÑA fue el siguiente, en 1973 con los ATLÉTICOS de OAKLAND, y el último ENRIQUE “HUEVITO” ROMO, con los PIRATAS de PITTSBURGH en 1979. Así que FERNANDO sería – apenas –el cuarto pelotero nacional, y tercero como pitcher, que tomaría parte en el evento máximo del beisbol.
Bueno, había otro connacional, por el lado de los Yankees, AURELIO RODRÍGUEZ. Pero, por “el orden de apariciones”, FERNANDO fue, efectivamente, “el cuarto”; ya que, como locales en ese histórico tercer juego, le tocó abrir el partido; en tanto que no fue sino hasta el cierre de la primera entrada es que hizo su aparición en el terreno de juego AURELIO, cubriendo el cojín de la tercera base, y sería  en la segunda entrada cuando por primera vez se vieron las caras.
Aclarado ese punto dejamos en “suspenso” lo que sucedió en ese gran Clásico Otoñal, y que muchos recordamos; unos con satisfacción…y otros (como yo) con un poco de amargura (¡tenía que salirme lo “yanquista”!, ja, ja. Ja).