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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
SERIE MUNDIAL DE 1926
Por Héctor Barrios Fernández
Para ubicarnos en el tiempo, en este año gobernaba el país Francisco Plutarco Elías Campuzano, (Plutarco Elías Calles) año de enorme conflicto entre su gobierno y la Iglesia Católica.
Por primera vez México participa en los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Nace “Capulina,” José Alfredo Jiménez, Blanca Estela Pavón, Jaime Sabines.
En Mexicali, B. C., contraen matrimonio el Sr. Francisco Fernández Ruiz, originario de Canatlán, Dgo., y la Srita. María Luisa Ceseña Castillo, originaria de Santa Rosalía, (Cachanía) Baja California Sur.
Mis abuelos maternos a quienes tanto les debo.
En la Serie Mundial de ese año los Cardenales de San Luis, quienes han sido su “coco” en este tipo de eventos, se imponen en siete juegos a los Yanquis de New York.
A precio de regalo, (4,000 Dlls) el 22 de junio los Cardenales se hicieron de los servicios del ya muy “correteado” Grover Cleveland Alexander, de 39 años de edad, proveniente de los Cachorros de Chicago.
Grover les daría uno de los momentos más inolvidables en la historia de las Series Mundiales, ganó nueve juegos, ayudando a los Cardenales a ganar su primer título, confirmando la declaración del manejador Rogers Hornsby de que el viejo Alexander era una ganga a cualquier precio.
También fue el lanzador ganador en los juegos 2 y 6 de la serie contra el lanzador de los Yankees, Miller Huggins, quienes habían finalizado séptimo lugar en 1925.
El séptimo y decisivo juego en New York, debió haber sido un día de descanso para Grover Cleveland y corría el rumor de que conociendo la afición de Grover por las bebidas embriagantes, había celebrado frenéticamente la noche anterior su victoria en el citado juego 6.
Pero, en el séptimo inning del decisivo juego final, con los Cardenales defendiéndose como gatos boca arriba y ganando por 3-2, los Yankees llenaron las bases contra el nudillero Jesse Haines y con dos fuera, el manejador Hornsby volteó a su calentadero para pedir ayuda.
Tony Lazzeri, novato sensación de 22 años, originario de San Francisco, quien había empujado 114 carreras ese año, se presentó al plato y Haines, cuyo lanzamiento nudillero agonizaba, obviamente había dado todo lo que tenía que dar en ese juego.
Para sorpresa de todos, Hornsby llamó a Alexander, Grover había lanzado juego completo apenas 24 horas antes y estaba entrando al relevo.
Algunos que lo vieron dijeron que caminó tambaleante hacia la loma de los disparos, Hornsby le puso la mano en el hombro y le dijo: “Alex, estamos en medio de una situación difícil, no hay lugar en donde colocar a Lazzeri.”
Contemplando la escena y con mirada quien sabe dónde, Grover Cleveland, por decirlo de una manera poco agresiva, le contesta:
“Que me lleve el diablo si no estás en lo correcto con este movimiento, creo que lo mejor sería poncharlo.”
Con la cuenta 1-1, Lazzeri conecta una larguísima línea por el jardín izquierdo que hizo gemir al público presente, de último momento la pelota curveó y salió de foul.
Sin embargo aún había esperanza en el vasto estadio.
El siguiente lanzamiento, una curva bajita, fue marcado bola por el umpire, cuenta pareja de 2 y 2.
Alexander entonces aceptó la señal de su receptor y lanzó otra curva, Lazzeri le tiro, abanicó e increíblemente falló.
Parecía que el aire se había ido del estadio.
Alexander retiró en orden el octavo y cuando tenía dos outs del noveno, dio base por bolas a Babe Ruth, quien tenía cuatro cuadrangulares en la serie. Entonces con el peligroso Bob Mussel en la caja de bateo y con el no menos poderoso Lou Gehrig en el círculo de espera, de manera por demás inesperada Babe Ruth trató de robarse la segunda.
El receptor de los Cardenales Bob O’Farrell, había ganado el nombramiento de jugador más valioso de la Liga Nacional ese año, no tanto por su modesto promedio de bateo de .293, sino por su tremendo brazo a la hora de sacar corredores en las bases, así que Ruth fue out por un “año luz” que es igual a: (V=d/t) = 9,460,730,472,580.8 km.”
Alexander y Lazzeri marcharían junto con Babe Ruth dentro de la mitología del béisbol.
El atrevimiento de Ruth de quererse robar la segunda base, fue casi olvidado, tal vez porque bateó 60 cuadrangulares al siguiente año.
Pero Rogers Hornsby, manejador en el primer campeonato de los Cardenales, fue despedido unas semanas después para irse como jugador a los Gigantes de New York, terminando su brillante carrera con San Luis pero no con los Cardenales, sino con los Cafés.
El dueño de los Cardenales, Sam Brandon dijo después que en realidad Hornsby nunca le cayó bien.
Por cierto que en 1944 Rogers Hornsby participó en dos juegos con los “Azules” de Veracruz que en realidad jugaban en la ciudad de México, conectó un hit doble, recibió una base por bolas y produjo tres carreras.
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