BILL VEECK Y EDDIE GAEDEL

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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
BILL VEECK Y EDDIE GAEDEL
Por Héctor Barrios Fernández

La placa de Bill Veeck que se encuentra en el Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown finaliza diciendo:
“Campeón del hombre pequeño.”
El 19 de agosto de 1951 los “Cafés” de San Luis, hoy Orioles de Baltimore, enviaron a la caja de bateo al Eddie Gaedel con una estatura de 43 pulgadas o un metro con nueve centímetros y un poquitito más, recibiendo cuatro lanzamientos malos pero buenos para una base por bolas en juego contra los Tigres de Detroit. Sin embargo, el recuerdo de este hecho, fue más allá para Bill Veeck, hijo de un periodista de deportes quién más tarde se convirtió en presidente de los Cachorros de Chicago.
A sus once años de edad, se dedicaba a vender refrescos, enviar boletos por correo y plantar enredaderas en la barda del Wrigley Field, llegando a convertirse en dueño de los Indios de Cleveland, Cafés de San Luis y Medias Blancas de Chicago, por supuesto en diferentes épocas.
Había muchas razones por las cuales el aficionado no asistía al parque de pelota a mediados de los 1950s y la asistencia en muchas ciudades reflejaba este fenómeno.
Los equipos de New York, particularmente los Yankees y los Dodgers, dominaban sus respectivas ligas, dejando a la afición de otras ciudades esperando hasta el año siguiente.
También la televisión trajo, gratis, los juegos de Grandes Ligas hasta la sala de los hogares y por lo tanto muchos prefirieron ver los juegos por TV en lugar de asistir al estadio.
Cinco años después que los Bravos de Boston ganaron el banderín de la Liga Nacional. En 1952 los Bravos llevaron un promedio de 3,700 aficionados por juego a su estadio.
Dos años más tarde, los Atléticos de Filadelfia promediaron también menos de 4,000.
Esta fue la tercera vez en cinco años que los una vez orgullosos Atléticos atrajeron menos de 5,000 aficionados por juego.
Los Cafés de San Luis fueron los peores de todos en este renglón, entre 1949 y 1953, solamente llevaron un poco más de 4,000 fanáticos en solamente una temporada.
Suficiente para decir que las taquillas de los estadios fuera de New York, no estaban viendo pasar por ellas a muchas personas.
Si alguien fue capaz de cambiar esa tendencia, ese fue Bill Veeck, quien a la edad de 27 años compró en 1941 al equipo de liga menor de Milwaukee que estaba en bancarrota.
Entonces Veeck intentó improvisar promociones de toda índole.
Ofreciendo obsequios de todo, desde animales hasta cerveza.
Presentó el estadio más aseado, contrató bandas para amenizar los juegos, programó juegos a las 8:30 am, para facilitar la asistencia a los trabajadores, buscando mejorar las entradas.
Terminó vendiendo al equipo por una suma considerable antes de irse a servir en el ejército de su país durante la segunda guerra mundial.
Después de ser herido en combate, Veeck regresó a casa decidido a seguir dentro del béisbol.
En 1946 lideró un grupo para comprar a los Indios de Cleveland Cleveland, doblando la asistencia a uno y medio millones de aficionados a la siguiente temporada.
En 1947 firmó a Larry Doby proveniente de una Liga Negra, rompiendo la línea de color en la Liga Americana.
El siguiente año, sumó a su equipo al legendario Satchel Paige, el novato de mayor edad en la historia del béisbol y los Indios ganaron su primera Serie Mundial desde 1920.
Mientras muchos dueños de equipo se reunían con sus amigos ricos y se mantenían alejados de las masas, Veeck irradiaba sencillez en su persona, nunca usó corbata y pasaba gran cantidad de tiempo sentado en las gradas con los demás asistentes al juego, no solamente hablando con los aficionados, sino también escuchándolos, fue de donde sacó sus mejores ideas para hacer del béisbol una experiencia más divertida para todos, desde regalar objetos a la entrada hasta poner los apellidos de los jugadores en la espalda del uniforme para que los asistentes los pudieran identificar fácilmente.
Por supuesto las ideas de Veeck fueron más allá de las que los aficionados le sugerían.
La aparición de Gaedel fue el mejor ejemplo de ello.
Durante algunos 50 juegos los Cafés no estuvieron en primer lugar durante la temporada de 1951, el año que Bill compró al equipo, contrató a Gaedel, un hombre de 43 pulgadas de estatura.
En una jornada de doble juego, enviaron a Gaedel a la caja de bateo como bateador emergente, usando en número 1/8 en su espalda, esto sucedió en el primer inning del segundo juego, los Tigres protestaron, pero los Cafés presentaron un contrato aprobado por la liga y Eddie tomó su turno.
Gaedel se agazapó y le dejó al lanzador Bob Cain de los Tigres una zona de strike demasiado pequeña.


Cuatro lanzamientos después, Gaedel recibió la base que Bill Veeck estaba esperando y al siguiente día el presidente de la Liga Americana expulsó al “pequeño hombre” del juego. Sin inmutarse, cinco días después, Veeck llevó a cabo otra promoción.
Los aficionados asistentes al “Sportsman’s Park” fueron invitados a “menejar” el juego contra los Atléticos, levantando unos letreros que decían “si” u otro “no.”
Así, antes de tomar cualquier decisión, el manejador Zack Taylor consultaba a la multitud que determinaba qué acción tomar.
Al término del juego, San Luis cortó una racha de cuatro juegos perdidos, ganando 5-3.
Siempre deseando que los aficionados fueran el corazón y el alma del juego, Bill Veeck después mostró interés y compró a los Medias Blancas de Chicago, creado la primera pizarra de anotación con juegos pirotécnicos y otras recordadas promociones.
En sus memorias escribió:
“Si mañana regreso al béisbol y gano diez campeonatos seguidos y rompo todos los records de asistencia, aún seré recordado como quien envió a un enano al bat… siempre encontré humor en la incongruencia, siempre traté de entretener a la gente.”
Veeck ganó un segundo título como dueño de los “Go-Go Sox” en 1959, pero al final tuvo razón.
A pesar de los records de asistencia que impuso y los títulos que sus equipos ganaron, fueron sus promociones y su dedicación para hacer del juego de béisbol, más divertido, por lo cual Bill Veeck es recordado.
El mismo Bill no podía haberse planeado un tributo más apropiado.
Espero sus amables comentarios en: info@beisboldelosbarrios.com