SÓLO PARA DODGERSISTAS VI PARTE

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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
MITOS Y REALIDADES SÓLO PARA DODGERSISTAS VI PARTE
Por Héctor Barrios Fernández

…En el capítulo anterior nos quedamos en que:

…Le tomó cuatro largos años obtener la propiedad y construir el parque, pero el 5 de abril de 1913, ante una multitud de 25,000 aficionados, Charlie Ebbets inauguró su nuevo tesoro.

La hija de Charlie, Genevieve, lanzó la primera bola y los Superbas le ganaron a los Highlanders de New York que poco tiempo después se convertirían en los Yankees, en un partido de exhibición al son de 3-2, con cuadrangular decisivo de Casey Stengel.
¿Cómo la ve?
Cómo cambia el rumbo de la historia en pocos años…

Wilber Robinson, quien fuera receptor de los Orioles de Baltimore, fue contratado por Charlie Ebbets para ser el nuevo manejador de Brooklyn.
El equipo pronto llegó a ser conocido como los “Robins,” sobrenombre puesto por algunos periodistas.
Por algunos años desde que el estadio Ebbets se inauguró, la dama fortuna les sonrió a los Robins.
Brillaron un grupo de jóvenes locales como Stengel, Zack Wheat, Jake Daubert, Jeff Pfeffer, Sherry Smith, Jimmy Johnston, Hy Myers y Burleigh Grimes.
Los Robins capturaron los títulos de la Liga Nacional de 1916 y 1920.
En 1916 perdieron la Serie Mundial ante los Medias Rojas de Boston y un hábil lanzador zurdo llamado Babe Ruth.
En 1920, los Indios de Cleveland, liderados por Elmer Smith quien conectó un cuadrangular con las bases llenas, Bill Wambsganss con un triple play sin asistencia, más las tres victorias de Stan Coveleski, dominaron a los muchachos del “Tío Robby” por cinco juegos a dos.
Por otra parte, en las Ligas Mayores, el año de 1920 fue trágico para los dueños de los equipos y para los aficionados también.
El famoso escándalo de los “Medias Negras” estremeció al mundo del béisbol y en el mes de septiembre ocho jugadores de los Medias Blancas de Chicago fueron acusados por venderse a los apostadores para perder la Serie Mundial de 1919 ante los Rojos de Cincinnati.
Al final, los ocho jugadores, incluido el gran Joe “el Descalzo” Jackson, fueron expulsados de por vida del béisbol.

Por el lado agradable de la temporada de 1920, los aficionados fueron testigos de una de las más grandes hazañas del juego, ya que los Robins de Brooklyn y los Bravos de Boston empataron a una carrera después de jugar 26 innings.
Los dos lanzadores abridores en ese juego Leon Cadore por Brooklyn y Joe Oeschger por los Bravos, trabajaron los 26 innings en una exhibición de verdaderas agallas, que hoy en día están muy lejos (como de aquí a Andrómeda ida y vuelta) de volverse a ver.
Cuando la temporada de 1921 terminó, la mediocridad era parte del equipo de Brooklyn.
El cuerpo de lanzadores dejó mucho que desear y los Robins terminaron en quinto lugar.
Tres años más tarde, en 1924, Brooklyn inesperadamente peleó por el título, terminando en segundo lugar, muy cerca de los Gigantes.
El equipo fue liderado por Zack Wheat y Dazzy Vance.
Wheat, de 37 años de edad, tuvo una de sus mejores temporadas, bateando para .375 y produciendo 97 carreras.
Por su parte Vance de 33, ganó 15 juegos en fila, imponiendo record de ponchados en un juego en la Liga Nacional con 15, resultando el “jugador más valioso de la temporada” y liderando a la liga en victorias con 28, ponches con 262 y porcentaje de carreras limpias con 2.16.
Pero 1924 fue solamente un espejismo, fue flor de un día.
Los siguientes años entre 1922 y 1929 los muchachos del “Tío Robby” quedaron del sexto lugar para abajo.

La era conocida con “de los chicos malos o los muchachos de la desilusión” estaba en su apogeo en Brooklyn.
Así continuaron con años de “vacas flacas” hasta la mayor parte de los 1930s, el equipo de Brooklyn solamente vio la luz de la primera división de la tabla de posiciones cuatro veces entre 1922 y el año en que el Presidente Cárdenas “expropió” el petróleo en México, 1938.
En una ocasión, tres corredores de equipo de Robinson, por alguna razón, coincidieron en tercera base al mismo tiempo.
En otro juego un jardinero al ir tras un elevado, detuvo su carrera para levantar la gorra que se le había caído, mientras el corredor muy campante lograba llegar a tercera base para un triple.
Jugadores haciendo la alineación del juego, leyendo revistas con el juego en desarrollo y hasta alternándose la dirección del equipo, fueron ampliamente publicitadas por la prensa nacional.
El talento en la mayor parte del equipo, era mediocre.
Con excepción de Vance, Wheat y Babe Herman, el resto de los jugadores dejaba mucho que desear y estaban lejos de ser un equipo profesional.
Un lanzador del equipo tenía el mal hábito de imitar el sonido de un cerdo después de realizar un ponche.
Otro lanzador llamado Beck, imitaba el sonido de un bat golpeando una pelota y después el de una pelota rebotando contra la barda, el mejor año de Beck fue 1933 cuando ganó 12 juegos y perdió “solamente” 20.
La era de los “muchachos decepcionantes” duró aproximadamente 18 largos  años.

Una generación entera de aficionados creció en Brooklyn sin experimentar la emoción de ganar un banderín o ya ni se diga, la satisfacción de ganar una Serie Mundial.
Lo más relevante en esta época fue la adopción de “Dodgers” como nombre del equipo.
En 1933, por primera vez, la palabra Dodgers fue cosida en el frente de la camisola.

La suerte de los Dodgers cambió en 1937 cuando el dueño del equipo contrató a Larry MacPhail para que fuera su Presidente.
MacPhail tuvo todo el poder para traer de regreso a Brooklyn a un equipo que conquistara el título, la dinámica de MacPhail estableció el curso que eventualmente traería una dinastía para gozo de la fanaticada de la tercera ciudad más grande de los Estados Unidos.
Larry hizo justo lo que el equipo necesitaba.
Este astuto personaje no tuvo miedo de invertir suficiente dinero en el futuro del club, comenzó por mejorar las instalaciones y obtener a los jugadores necesarios para ganar un título.
En cuatro años, MacPhail había puesto a Brooklyn en el camino correcto para la obtención del codiciado título.                                                            Continuará…
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