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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
COSTOSO ERROR
Por Héctor Barrios Fernández
Para variar, noche fría en Ensenada, B. C., con mi equipo, ese día jugábamos en el campo Antonio Palacios. Muy lejos de ahí, se celebraba el sexto juego de la Serie Mundial entre los Mets de New York y los Medias Rojas de Boston, de vez en vez, con todo y los arreos de receptor puestos, me daba una vueltecita por la tienda de comida en el parque para ver por la tele parte de este trepidante sexto juego, que de no ser por él, ni me acordara que esa noche nos tocó juego en el mencionado estadio Antonio Palacios.
Pues bien el sexto juego de la serie mundial de 1986 entre los Mets y los Red Sox pasaría a la historia de las series mundiales como uno de los más excitantes jamás jugados, aunque en realidad fue un juego mal jugado, no porque los jugadores fueran malos, sino porque en el béisbol hay de todo y a éste le tocó ser así. Ambos managers, John McNamara por los Medias Rojas y Dave Johnson por los Mets, haciendo decisiones poco afortunadas. McNamara fue particularmente criticado por: 1) no enviar al derecho Don Baylor a batear de emergente por el zurdo Billy Buckner contra Jesse Orozco con dos outs y las bases llenas en el octavo inning y los Medias Rojas ganando 3-2, y 2) no reemplazar al lastimado y cojeante Buckner con un sustituto defensivo en la parte final del encuentro. Aunque McNamara le comunicó a Buckner que dejaría el juego, el veterano primera base lo convenció de que lo dejara continuar en él.
El juego se fue a extra innings, pero en la parte alta del décimo, los de Boston anotaron dos veces con un home run solitario de Dave Henderson, un doblete de Wade Boggs y un secillo de Marty Barrett. En el cierre del inning, tratando de proteger la ventaja de 5-3, Calvin Schiraldi lanzando por los Medias Rojas, retiró a los dos primeros Mets. En el vestidor de Boston, la champagne estaba lista para el primer título de los Medias Rojas en 68 años. Un equipo de la cadena NBC subió a una plataforma, ahí estaba Bob Costas, el comisionado Peter Ueberroth y los dueños de los Medias Rojas Haywood Sullivan y Jean Yawkey tomando sus posiciones.
Kith Hernández, quien fuera el segundo out de esa entrada por parte de los Mets, se metió al vestidor a tomar una cerveza. Su compañero de equipo, Kevin Mitchell, estaba ya en el teléfono y sin pantalones hacía una reservación de avión para regresar a su casa en San Diego. Los redactores de los periódicos tecleaban con furia sus máquinas escribiendo sus historias.
Entonces Gary Carter conectó sencillo al izquierdo. Llamaron a Mitchell a batear de emergente, Kevin apresuradamente se puso sus pantalones pues no tenía nada debajo de ellos, fue al cajón de bateo y conectó una línea para un sencillo. Ray Knight pegó otro sencillo, anotando Carter y enviando a Mitchell a tercera. McNamara trajo a Bob Stanley para enfrentar a Mookie Wilson. Fue una soberbia vez al bat. Con la cuenta de dos y dos, Wilson conectó de foul dos grandiosas pitcheadas. Después Stanley lanzó muy adentro y el cátcher Rich Gedman no pudo controlar la pelota, esta se fue hasta la malla atrás de home y Mitchel anotó la carrera del empate, Knight avanzó a segunda. Con una misteriosa y silenciosa eficiencia, la plataforma fue removida del vestidor de Boston y Costas, Ueberroth, Sullivan, Yawkey y la champagne fueron removidos de su lugar. Finalmente al décimo lanzamiento de su vez al bat, Wilson conectó una rola hacia la primera base. Buckner jugaba profundo atrás de la almohadilla, se agachó para atrapar la pelota… y esta se fue entre sus piernas. Knight anotó y los Mets ganaron 6-5.
Los Mets también ganaron el juego siete y los aficionados de los Medias Rojas tuvieron que seguir esperando. El nombre de Bill Buckner ha andado desde entonces de boca en boca. Tuve la oportunidad de ver jugar muchas veces a Billy Buckner con los Dodgers de Los Angeles y el recuerdo que tengo de él, aparte de su gran bigote, es que era un jugador todo entrega, gran bateador de contacto y en esa época jugaba el jardín izquierdo porque la primera base tenía a Steve Garvey como dueño único, muchas veces Buckner se estrelló contra la barda del jardín izquierdo para quedarse con la pelota y hacer una atrapada de escándalo o conectar el hit que le diera el triunfo a su equipo. Como una ingratitud del béisbol y los que le rodeamos, a Buckner no se le recuerda por eso, sino por el sexto juego de la Serie Mundial de 1986.
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