DELTA Y SEGURO SOCIAL I

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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
DELTA Y SEGURO SOCIAL I
Por Héctor Barrios Fernández

Me encuentro caminando en el gran Centro Comercial Delta de la Ciudad de México, más que querer hacer alguna compra, me llevó allí el hecho de querer recordar o más que recordar, volver a vivir cosas del ayer.
Un poco cansado de andar, me siento en una banca en el lugar justo en donde creo estuve sentado aquella noche.
Siento que vuelvo a vivir las acciones y escucho la algarabía del púbico.
Jesús Sommers López y Jerry Hairston conectaron cuadrangulares uno tras otro.
Los cronistas describían las acciones, en ambas ocasiones sus compañeros de equipo saltaron de la caseta Roja del lado de primera base, para darles merecido recibimiento al llegar a “home.”
Los asistentes estallaban en alarido y se escuchaba el ruido de las matracas y las sirenas.
En los 1980s, los Diablos Rojos conquistaron el campeonato de 1981, 1985, 1987 y 1988.
En 1981 bajo las órdenes de Winston Llenas y el resto con Benjamín “Cananea” Reyes.
Su casa era el viejo parque del “Seguro Social.”
Sin lujos, pero que, por su importancia y tradición, era un punto importante en la gran ciudad.
Diseñado por el arquitecto Luis González Aparicio, profesionista experto en la construcción de mercados públicos.
Recuerdo mi forma de llegar al estadio.
Tomaba el “metro” en alguna parte de la ciudad y me las arreglaba para llegar a la estación “Centro Médico,” de allí caminando sobre la avenida Cuauhtémoc a orillas del Panteón Francés de la Piedad, cruzaba el Viaducto Miguel Alemán, a mi izquierda quedaba el jardín izquierdo y listo.
Llegaba por el lado de la tercera base.
Compraba mi boleto de ingreso en una de las taquillas y a gozar del béisbol, la vida y sus problemas quedaban afuera, ahora sólo importaba el béisbol.
Allá atrás de la barda del jardín derecho la avenida Xochimilco.
Descansando en esa banca del centro comercial, clarito escuchaba las voces de Víctor “Lobo” Saiz cantando las bolas y los strikes y a Juan Lima los outs en las bases.
También podía “ver” a los “quinieleros” en su ir y venir y hasta escuchar algunas mentadas de madre entre las porras “Roja” y “Felina.”
Algunos estadios fueron construidos con piedra y concreto, otros con acero, el estadio del Seguro Social fue construido para desmontarse en el futuro, cosa que no sucedió así, sino que fue demolido.

Justamente el primero de junio del año 2000, los Diablos Rojos y los Tigres jugaron por última vez en la que fue su casa desde 1955, eran las siete con treinta minutos de la noche, la “hora mágica del béisbol,” iniciaba el último capítulo de la “guerra civil,” contrario a juegos previos en que casi se jugaba en familia, esa noche el público abarrotó las gradas para ser testigos de la historia.
Se cantó el “play ball” y todo mundo pendiente de cuál sería el último hit, el último out, el último bateador, etc., etc.
Cuarenta y cinco años habían transcurrido desde la última vez que ese sentimiento y esa experiencia se habían vivido.
¿Quiénes estaban allí de nuevo?
Seguramente no muchos.
El famoso y legendario parque Delta había pasado por lo mismo que pasaba hoy el del Seguro Social.
En 1920 el equipo de béisbol de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, llegó a jugar en ese mismo lugar por primera vez.
Se comenta que ese quipo de electricistas, tenía tan buen nivel de juego que alguna vez vencieron a un equipo de Estados Unidos.
Ahora nos encontramos en la colonia Narvarte, pero el campo de los electricistas originalmente se encontraba en la colonia Condesa, cercana al Bosque de Chapultepec.
En 1920 los dueños de los terrenos en donde se ubicaba el campo de béisbol, decidieron venderlos.
Otros lugares corrieron con la misma suerte como los parques Reforma, Unión y México.
La lluvia, el crecimiento de las ciudades y el negocio de la tierra, son enemigos muy fuertes del béisbol, la historia se repetiría una vez más, así que al citado equipo no le quedó otra opción más que emigrar de la ciudad, trasladándose hasta terrenos de La Piedad.

La Piedad era un pueblo dedicado a la pesca cuando era un islote en el lago de Texcoco, con el tiempo los peregrinos visitaban allí a la Virgen de la Piedad, en el templo que construyeron los Dominicos.
Con mucho trabajo esos terrenos fueron nivelados, pero con frecuencia el río se desbordaba y extensas áreas quedaban empantanadas.
Se cree que uno de los fundadores de la Liga Mexicana de Béisbol y Director del diario “La Afición,” el señor Alejandro Aguilar Reyes conocido como “Fray Nano”, aconsejó para decidir la mejor ubicación del campo de juego.
Si antes la gente visitaba a la Virgen de la Piedad, ahora también se conducían al lugar que en poco tiempo se convertiría en la Catedral del Béisbol.
La gente comenzó a llamarlo el “Campo de La Piedad,”
El señor Luis Rivera Ochoa, superintendente de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz y amante del béisbol, convocó a un concurso para encontrar un nombre para el parque de béisbol. Se recibieron varias propuestas entre ellas la del mismo Sr. Rivera, siendo al final de cuentas la ganadora. (¡Mmmm!).
Dicha propuesta consistió realmente en un acróstico que dio nombre al parque de pelota y hoy al centro comercial que se encuentra ubicado en el mismo sitio y donde me encuentro en este momento.
“D” de deportivo, “E” de empleados, “L” de luz, “T” de tranvías y “A” de anexas.
Así fue como nació el Parque Delta.
Comienza a llover y mientras tanto me resguardaré en el restaurante cuyo dueño también lo es de la compañía de teléfonos, queda por los rumbos del jardín izquierdo, por donde una vez también viera cuadrangulares de Víctor Torres y de Héctor Espino con los Alijadores de Tampico… Continuará.
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