LOU GEHRIG Y MÁS

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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
LOU GEHRIG Y MÁS
Por Héctor Barrios Fernández

En 1939 la estrella de los Yankees Lou Gehrig fue diagnosticado con “esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad incurable que un día llevaría su nombre.
El 4 de julio de ese año, los neoyorquinos honraron a Gehrig en una ceremonia en el estadio de los Yankees lleno a toda su capacidad.
Las lágrimas fluyeron cuando Lou se dirigió a la multitud: “por las últimas dos semanas, Ustedes han estado leyendo acerca de la mala suerte que he tenido.

Aún ahora me considero el hombre con más suerte en la faz de la tierra.”
Lou Gehrig falleció el 2 de junio de 1941 a la edad de 37 años.
“Teniendo a Willie Stargell en tu equipo, es como tener un anillo de diamantes en uno de tus dedos:”
Chuck Tanner, manager de los Piratas de Pittsburgh.

Si vas a medir a un hombre por cómo reacciona ante las situaciones que se le presentan, el cátcher miembro del Salón de la Fama del Béisbol Roy Campanella, debería ser recordado más como un gran hombre que como un miembro de los Dodgers.

A la edad de 15 años ya jugaba en la Liga Nacional Negra, tuvo que esperar diez años para que las puertas de las Grandes Ligas se abrieran a los negros.
Firmado por el entonces presidente de los Dodgers Branch Rickey, Roy Campanella fue compañero del pionero Jackie Robinson en Brooklyn en 1948 y llegó a ser parte importante de cinco equipos que ganaron el banderín.
Campanella fue nombrado jugador más valioso en 1951, 1953 y 1955.
Siempre fue bien querido y respetado por sus compañeros de equipo, líder del mismo, con contagiosa personalidad y entusiasmo.
Su carrera fue apagada a la edad de 36 años en 1958 por un lamentable accidente automovilístico que lo dejó cuadrapléjico, pero Campy como cariñosamente lo llamaban, nunca dejó que su ánimo por la vida decayera a pesar de estar en una silla de ruedas.

En cuatro décadas como coach, instructor y director de relaciones con la comunidad por parte de los Dodgers, él tocó más vidas que las que pudo haber tocado con unos cuantos cuadrangulares más.
En México jugó para los Sultanes de Monterrey en 1942 y 1943.

Nolan Ryan fue increíble.
Era un día domingo de un súper cálido verano de esos que se acostumbran en el sur de California.
Temprano por la mañana leyendo el periódico me entero que en el juego de ese día el pitcher abridor por los Angelinos sería nada menos que Nolan Ryan, platico con mi esposa y la convenzo de la “conveniencia” de asistir a ese “importantísimo” juego. Ese día se romperían los records de temperaturas más altas en Anaheim y sus alrededores.
El juego programado para dar inicio a la una de la tarde, aficionados en los pasillos del estadio tirados en el piso al borde del desmayo por el calorcito, gente con botellas de agua para darles un trago y el resto vaciarlo en su cabeza, echándose aire con lo que se pudiera.
En punto de la una de la tarde se cantó el “play ball.”
Hoja de “box score” en mano me dispuse a disfrutar del juego.
Ryan salió apaleado en la misma primera entrada después de sacar sólo dos outs. Nunca le había sucedido un juego de ese tipo y creo que nunca le volvió a suceder.
Nunca lo “vi” lanzar de nuevo.
Del resto del juego ya no me acuerdo.
Pero eso no quita ni tantito a la grandeza que Nolan tuvo.
Conforme acumuló años a su edad, él fue aún mejor.
Después de la edad de 40, él lanzó mejor y algunos dicen que hasta con mayor velocidad.
No solamente lanzaba a 100 millas por hora o más, sino que lo hacía con gran disciplina, devoción y entrega al juego.
Seis veces ponchó a más de 300 bateadores en una temporada.
Lanzó siete juegos sin hit y sin carrera y ponchó a más de 800 bateadores que el lanzador que le sigue en la lista de los mejores. 

Ted Williams y Joe DiMaggio fueron las estrellas más brillantes que tuvo el béisbol de los años ’40s.
En 1949 corría el run-run de que serían cambiados el uno por el otro, pero los Yankees declinaron cuando los Medias Rojas querían que Yogi Berra se incluyera en el trato.
Más bien creo que fue una forma de decir que siempre no.

Tom Seaver cambió la fisonomía de los Mets cuando alcanzó las Grandes Ligas en 1967.
Esa temporada, en un equipo que perdió 101 juegos, él tuvo record de 16 ganados, 13 perdidos y ganó el trofeo de novato del año.
Con su brazo de oro y su liderazgo, Tom transformó a los “hazmerreír” del béisbol, en campeones de la Serie Mundial de 1969.  
En una ocasión alguien le dijo: “los ciegos vienen al parque sólo para oírte lanzar”

Tony Gwynn, sin duda el más grande jugador que han tenido los Padres de San Diego, bateó 3,141 hits en su brillante carrera, ganó ocho títulos de bateo en la Liga Nacional, promedió arriba de .300 de bateo en 19 temporadas consecutivas.
Sus .394 de porcentaje en 1994, fue el mejor en las Ligas Mayores desde 1941.
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