LOS PYTHIANS DE FILADELFIA

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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
LOS PYTHIANS DE FILADELFIA
Por Héctor Barrios Fernández

En términos generales la historia del béisbol es uno de los temas más ricos y apasionantes que podemos abordar en su paso a través de los tiempos.
Que si lo inventaron en Cooperstown, que si no, que si es descendiente o derivado de otros deportes o que si fue Abner Doubleday o Alexander Cartwright su inventor o que si se inventó a sí mismo, etc. son temas que han creado polémica a través de los tiempos.
En mi caso particular si se trata del béisbol cubano o negro, siempre me ha atraído por las anécdotas, leyendas e historias que se cuentan, muchas de ellas difíciles de creer, pero que han pasado a formar parte del folklor y la historia de este deporte tan excitante y rico.
Eso de que el béisbol de blancos prohibiera a los negros participar en sus ligas, entre muchas otras cosas trajo como resultado que surgieran muchas de estas increíbles historias.
Que si Josh Gibson conectó un batazo que se perdió en la oscuridad de la noche y al otro día por el punto cardinal contrario apareciera en el firmamento una pelota volando y ser atrapada por un fildeador del equipo contrario para ponerlo out o que si James Thomas “Cool Papa” Bell, el hombre más veloz que ha tenido el béisbol, conectara una silbante línea al mejor lanzador que jamás haya existido, Leroy Robert “Satchel” Paige, a quien la pelota por poco le arranca una oreja, todo para que “Papa” Bell se hiciera out él mismo, y es que  siendo tan rápido, “chocó” con la pelota al barrerse en segunda base o a decir del mismo “Satchel” que Bell era el único ser humano capaz de apagar el interruptor de la electricidad del cuarto y meterse a la cama antes de que éste se oscureciera o aquella del lanzador cubano Américo Pérez que calentando el brazo en la loma para iniciar el juego, “la raza” del graderío soltó un gato negro que atravesó todo el campo y Américo por sus creencias se negó a lanzar argumentando que eso era de mala suerte.
La verdad que son historias para comentarlas entre los amigos.
Y así el béisbol está envuelto en este velo de misterio y de leyenda.
El área metropolitana de New York fue el semillero del béisbol en sus primeros años, pero la ciudad de Filadelfia no se quedó atrás.

Filadelfia tuvo por lo menos dos equipos negros de gran impacto, uno de ellos, los “Pythians” de Octavius Valentine Catto.
Los Pythians fueron de muchas maneras comparables a su contraparte blanca los “Knickerbockers” de New York.
Como ellos, los Pythians primero formaron un Club Social de hombres de clase media y el béisbol fue su actividad central alrededor de la cual giraba una convivencia y camaradería entre los líderes de la Comunidad Negra.
Los Pythians tomaron forma en el verano de 1869.
Primero el equipo fue llamado “Instituto,” por el “Instituto de la Juventud de Color”, una escuela secundaria de la cual Octavius Catto se graduó, fue profesor y después directivo.
Antes de terminar el verano, el equipo del Instituto se había renombrado como los Pythians.
Como Organización Social, los Pythians establecieron reglas prohibiendo el licor, juegos de cartas y apuestas, así mismo el uso de lenguaje grosero y conducta impropia.
Aproximadamente el 70 por ciento de la membresía del club eran mulatos, una importante distinción en el estrato social de las comunidades negras.
El 90 por ciento de los miembros del club eran oficinistas mal pagados o hábiles artesanos.
Los Pythians se comportaban dentro y fuera del terreno de juego como todos unos caballeros.
La literatura existente sobre el club, insiste en la buena conducta que presentaban.
Los juegos pactados, aún con los otros equipos de Filadelfia, siempre fueron hechos por escrito y con todas las formalidades.
Hoy en día existen documentos escritos a mano, en donde lanzan retos a otros equipos, en los términos más correctos y educados posibles.

La serie de 1867 contra los “Mutuals” de Washington fue puesta en acción por esta nota de George D. Johnson de los “Mutuals” dirigida a Octavius Catto: “El Club de Béisbol, Mutuals de Washington, D. C., del cual tengo el honor de ser Secretario, me ha instruido para dirigirle este amable escrito, felicitándolo por la alta posición, que como Organización ha alcanzado en nuestro juego nacional, y también para solicitarle que por su buen nombre, ingrese a nuestro club como un competidor amistoso”.
La respuesta del Secretario de los Pythians Jacob C. White fue en los mismos términos.
Las visitas de los clubes foráneos, fueron el pretexto para lujosas celebraciones.
Los equipos visitantes, raramente venían por un juego y el tiempo entre juego y juego, era ocupado con banquetes, bailes y días de campo.
El Profesor Thomas Jable concluye:
“Así el béisbol fue parte de una larga atmósfera social la cual reunió a ciertos grupos de afroamericanos”, esto facilitó el trato social y ayudó a inculcar un sentido de comunidad entre los implicados, al mismo tiempo reforzó la conciencia de clase dentro de la cultura afroamericana”.
A finales de los 1860s y principios de los 1870s, regularmente los Pythians tenían récord ganador, aun cuando jugaban de visitantes contra equipos como los Mutuals, los Alerts y los Únicos de Chicago.
A principios de 1867, los Pythians tomaron a los mejores jugadores de los Excelsiors, reforzándose y al mismo tiempo dañando a sus competidores locales, no quedando duda de cuál equipo era el mejor.
Los Pythians llegaron a tener cuatro equipos, organizados de acuerdo con su habilidad para el juego, el primer equipo, jugaba contra los mejores clubes visitantes.
Aunque las estadísticas individuales no pueden ser recopiladas, a través de los esporádicos reportes de prensa en los inicios del béisbol negro, Octavius Catto fue conocido como el jugador estrella del club.
Octavius fue un jugador de cricket que se convirtió al béisbol, como lo hicieron muchos de los primeros jugadores, tanto negros como blancos.
Fue también conocido como un inteligente y consumado manejador.
Espero sus amables comentarios en: info@beisboldelosbarrios.com