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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
MAYS, MARIS Y PAIGE
Por Héctor Barrios Fernández
Dos cosas hicieron especial a Willie Mays: Una fue su colección de estrategias para desenvolverse en el juego. Fue un gran bateador, tuvo maravilloso fildeo con un super brazo, fue un sensacional jonronero y un corredor de bases muy atrevido y habilidoso. Por supuesto que para cada uno de esos talentos hubo alguien que lo hizo mejor que Willie, pero nadie más combinó todas esas habilidades a tal grado como lo hizo Mays. El otro lado mágico fue su estilo de juego, su entusiasmo de niño y amor al juego. No sólo te vencía, sino que te aplastaba, te aniquilaba porque para él era mucho más divertido. No corría, sino volaba tras la pelota y en las bases. No sólo perseguía los elevados con pura velocidad, sino que lo hacía con gracia y entusiasmo y vitalidad. A manera de saludo, él patentó la frase “¡say hey!” “¡hola!” “¡qué onda!” con lo que de alguna manera comunicaba su encanto por la vida.
Willie Mays estuvo entre los últimos jugadores de las Ligas Negras que llegaron a las Ligas Mayores. Se convirtió en Gigante de New York a la edad de 20 años en 1951. Fue novato del año esa temporada (.274, 20 home runs) con los campeones de la Liga Nacional, perdió la mayor parte de los siguientes dos años para cumplir con sus obligaciones militares. Regresó en 1954 con mejor musculatura para causar estragos a los lanzadores de la Liga Nacional y su increíble carrera rumbo al Salón de la Fama continuó. No solamente fue grandioso, también fue durable. Tuvo una racha de 13 temporadas con 150 juegos jugados o más. Cada año el nombre de Willie aparecía entre los líderes de una u otra categoría, tanto a la ofensiva como a la defensiva. Triples, home runs, porcentaje de bateo, slugging, carreras, hits, bases por bolas, etc.
Fue seleccionado como el jugador más valioso de la temporada en un par de ocasiones. Era común cada año verlo actuar en el juego de estrellas como parte de lo mejor de lo mejor, los aficionados de la época lo daban por hecho y lo disfrutaban, Parecía estar en medio de cada importante jugada en el clásico de media temporada, conectando un doblete clave, robándose una base para ganar el juego, haciendo una atrapada circense.
La atrapada que Mays hizo por sobre su hombro a un batazo de 430 pies conectado por Vic Wertz a lo profundo del jardín central en la Serie Mundial de 1954, con frecuencia es catalogada como la atrapada más sensacional de todos los tiempos y esto trae a foco otro aspecto clave en el juego de Willie Mays: su defensiva. Ganó el guante de oro en los primeros doce años en que el trofeo se otorgó. Era frecuente ver que Mays hiciera fantásticas jugadas. Patentó la vistosa manera de atrapar los elevados, haciéndolos a una sola mano y usando el guante como una canasta, los corredores enemigos siempre fueron cautelosos con el brazo de Willie, en nueve ocasiones tuvo 12 o más asistencias por temporada. Para cuando él se retiró, tenía 660 home runs, sólo atrás de Babe Ruth. Perdió dos temporadas por cumplir con el servicio militar. Muchos expertos del béisbol creen que fue el mejor jugador de béisbol que jamás ha existido. Al menos el más completo de acuerdo con sus talentos.
Tallulah Brockman Bankhead, nació en 1902 y falleció en 1968, fue actriz de cine, televisión y especialmente en teatro, además de ser muy guapa, era muy aficionada al béisbol. En alguna ocasión declaró que “Ha habido solamente dos auténticos genios en el mundo, Willie Mays y Willie Shakespeare”. Hasta el día de hoy nadie ha contradicho eso.
En 1961 no fue uno, sino dos hombres quienes estaban en camino para romper el record de home runs en una sola temporada impuesto por Babe Ruth en 1927, los dos eran jugadores Yankees, Mickey Mantle y Roger Maris. A los aficionados y reporteros neoyorquinos no les importaba si el carismático Mantle rompía el legendario record del Bambino. Por el contrario a Maris se la hicieron difícil, abucheándolo e intimidándolo. A finales de agosto, las lesiones habían dejado a Mantle fuera de toda competencia y terminaba la temporada con 54 home runs, mientras que Maris, contra viento y marea llegó a tierra prometida. A pesar de noches de insomnio y terribles pesadillas, Maris perseveró. En el juego final de la temporada, conectó el número 61 contra los Medias Rojas de Boston en el mismísimo Yankee Stadium.
Mientras Maris bateaba los 61 home runs para los Yankees de New York, que para entonces se convirtió en una cifra record de cuadrangulares en una sola temporada, Roger nunca recibió una base por bolas intencional; Mickey Mantle bateaba detrás de él.
Satchel Paige es llamado el más grandioso lanzador de todos los tiempos en las Ligas Negras, logró la hazaña de lanzar 64 innings sin permitir carrera, 21 juegos ganados en forma consecutiva y 31 ganados, 4 perdidos para los Crawfords de Pittsburgh en 1933. Aseguraba haber lanzado 55 juegos sin hit y aproximadamente 300 blanqueadas en toda su carrera.
Cuando finalmente llegó a Ligas Mayores en 1948 y esto sí registrado, tuvo record de 6-1 con 2.48 en carreras limpias, siendo un novato a los 42 años de edad. Ayudó a Cleveland a ganar su primer título mundial desde 1920.
En 1965, a los 59 años, Satchel lanzó tres innings sin permitir carrera, jugando para los Atléticos de Kansas City, llegando a ser el hombre de mayor edad que ha lanzado en Grandes Ligas. En México lanzó para el equipo Agrario en 1938 en la Liga Mexicana de verano, no le fue muy bien, con 3 juegos lanzados, tuvo 1-1 y 5.12 en carreras limpias permitidas, lanzó 19 1/3 innings y permitió 28 hits. Asombroso este Satchel.
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