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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
NARRACIONES BEISBOLERAS 6
Por Héctor Barrios Fernández
La Serie Mundial pareciera que está reservada para los grandes héroes.
En los brillantes reflectores del clásico de otoño esperaríamos encontrar nombres como el de Ruth, DiMaggio, Berra, Gibson, Jackson o Jeter.
A esa lista de poderosos peloteros agregue a David Eckstein.
Primero ignorado por los Medias Rojas de Boston después que lo firmaron para el profesionalismo.
Enseguida algo le vieron los Angels de Anaheim que lo tomaron en 2001.
Al siguiente año los ayudó a ganar su primera y única Serie Mundial.
Después Eckstein se perdió un poco y resurgió con los Cardenales de San Luis.
Como muchos jugadores, David no fue dotado por la naturaleza de un fuerte brazo o un poderoso físico.
Ni tiene y todo parece indicar que ni tendrá un nicho en el Salón de la Fama en Cooperstown.
En el 2006 el dos veces convocado al juego de estrellas guio de nuevo a los Cardenales a la Serie Mundial por segunda vez en tres años.
Aunque perdieron en 2004 ante los Medias Rojas, en el 2006 la historia fue diferente.
Los Cardenales vencieron a los Tigres de Detroit en cinco juegos.
Eckstein inició la serie sin hit en once veces al bat.
Súbitamente se soltó el pelo conectando ocho hits en los tres juegos finales, además impulsó cuatro carreras y anotó tres.
El pequeño de estatura con 1.70 m, pero con un gran corazón, se hizo acreedor al trofeo de jugador más valioso de la serie.
Sandy Koufax ganó cuatro juegos de Serie Mundial perdiendo tres a pesar de su microscópico 0.95 en carreras limpias.
Dos victorias vinieron contra los Yankees cuando los Dodgers los barrieron en 1963.
Dos años más tarde victimizó a los Mellizos de Minnesota.
Perdió el juego dos ante Jim Kaat, pero con dos días de descanso venció al mismo Kaat en el juego cinco.
De nuevo habiendo descansado solamente dos días, Koufax vuelve a la loma en el último y decisivo juego siete y se alza con el triunfo, además fue declarado el jugador más valioso de la serie.
En 1959 contra los Medias Blancas, lanzó en dos juegos perdiendo uno, sin decisión en el otro a pesar de haber aceptado solamente una carrera limpia.
En 1966 contra los Orioles de Baltimore absorbió su tercera derrota en los clásicos de otoño, dejando un récord de 4 ganados y tres perdidos.
Morris Berg, mejor conocido como Moe Berg, no tuvo lo que se dice una carrera distinguida en el béisbol, su logro más grande fue su durabilidad.
Su posición fue la de receptor, jugando entre 1923 y 1939 con equipos como los Robins (Dodgers), Medias Blancas, Indios, Senadores y Medias Rojas.
Los máximos logros en su vida fueron dentro del espionaje, trabajaba para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno de Estados Unidos cuando no estaba detrás del plato, por ese motivo fue conocido como “el hombre más inteligente o el más extraño dentro del béisbol.”
Graduado de la escuela de leyes de las Universidades de Princeton y Columbia.
Realizó trabajos de espionaje en varios países, entre ellos Yugoslavia, Italia, Japón, Alemania y otros.
Hablaba varios idiomas y dialectos como el Hebreo, Yiddish, Latín, Griego, Francés, Español, Italiano, Alemán, Sánscrito, Húngaro, Portugués, Árabe, Japonés, Coreano, algunos idiomas Chinos y muchos dialectos de la India y otros de otras regiones del mundo.
Su papá se negaba a que Moe jugara béisbol, sin embargo se las arregló para jugar las paradas cortas en la Universidad de Princeton y se convirtió a receptor jugando para los Robins (cuando los Dodgers se llamaron así).
Aunque no sobresalió como beisbolista, tenía la particularidad de caerle bien a la prensa y sus compañeros, mayormente por su brillantez intelectual.
Berg acompañó a Japón a un equipo de estrellas que incluía a Babe Ruth y Lou Gehrig, viaje que aprovechó para filmar algunas instalaciones japonesas que después fueron bombardeadas por los Estados Unidos.
En 15 años de carrera en Grandes Ligas participó en 663 juegos, conectando 441 hits con un promedio de bateo de .243
Mire lo que son las cosas, el 16 de mayo de 1912 los Tigres de Detroit y los Highlanders se enfrentaban en New York cuando en la sexta entrada el famoso y velicoso Ty Cobb de los Tigres se trepó a las gradas y agarró a golpes a un aficionado que desde antes del partido lo había estado insultando.
Cobb fue suspendido por tiempo indefinido por el Presidente de la Liga Americana Ban Johnson.
Los compañeros de Cobb lo apoyaron a pesar de que no era muy bien visto en el equipo, enviaron una petición al Presidente de la liga para que le levantara el castigo a Ty, cosa que que no sucedió.
Los jugadores finalmente anunciaron que si su petición no era atendida, no jugarían más.
Por su parte Johnson amenazó con multar al dueño de los Tigres por cada juego que no jugara.
Al vapor los Tigres armaron un equipo que en su primer juego demostraron que no irían a ningún lado.
Fue entonces que un prestigiado e influyente periódico levantó una encuesta de popularidad entre Ty Cobb y el Presidente de la liga.
El resultado fue 3,013 por 1,167 a favor de Cobb.
Eso hizo que inmediatamente le fuera levantado el castigo al “Durazno de Georgia.”
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