SÓLO PARA DODGERSISTAS IX PARTE

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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
MITOS Y REALIDADES SÓLO PARA DODGERSISTAS IX PARTE
Por Héctor Barrios Fernández


En el capítulo anterior nos quedamos en que:
Sandy Amorós se giró rápidamente y mandó la doblada al cuadro y del 7 al 6 al 3, completó la doble matanza.
Este sería el único título de Serie Mundial de los Dodgers como representativos de Brooklyn.  
Su intento por lograr otro título mundial en 1956 fue frustrado por los mismos Yankees, quienes batieron a los campeones de la Liga Nacional en siete juegos.
El juego perfecto de Don Larsen en el juego cinco de la Serie, enfiló al equipo de Casey Stengel a la victoria.
Walter O’Malley había iniciado una nueva Era en la historia de los Dodgers cuando llevó a Branch Rickey para hacerse cargo de la presidencia de la organización en 1950.
Convencido de que los Dodgers habían crecido más que lo que el Ebbets Field podía ofrecerles como su casa, O’Malley hizo la petición a la ciudad de New York para la construcción de un nuevo estadio.
Después de cuatro años sin respuesta y de negociaciones infructuosas con el gobierno de la ciudad para la construcción del nuevo estadio, O’Malley empacó sus maletas y buscó la relocalización de sus campeones, llevándoselos a los soleados climas del sur de California.
Con esa mala noticia, el sol desapareció de los cielos de Brooklyn y desde entonces los días han sido grises.
En el otro lado del país, los ciudadanos de Los Angeles estuvieron de fiesta. Habían conseguido un equipo de Ligas Mayores.
Los aficionados salieron por miles para dar la bienvenida a los Dodgers a la tierra de playa y sol.
Walter O’Malley estaba feliz. Tenía todo lo que deseaba tener, excepto una cosa, un lugar para que su equipo jugara.
Durante sus primeros cuatro años, los expatriados de Brooklyn se vieron forzados a jugar en el Coliseo de Los Angeles, un estadio construido en 1932 para los juegos olímpicos.
Para campo de béisbol, aquello era una monstruosidad.
La barda del jardín izquierdo estaba solamente a 252 pies del home plate, casi 77 metros.
Tuvo que ser subida a 40 pies de altura, poco más de 12 metros.
Por otra parte, la barda del jardín derecho se encontraba a 440 pies, 134 metros.
Carl Erskine, tuvo el honor de ser el lanzador en el juego de apertura el 18 de abril de 1958 y fue quien se llevó la victoria al son de 6-5, Al Worthington fue el derrotado, con salvamento para Clem Labine, ante 78 672 aficionados en el Coliseo.
Con su llegada a Los Angeles, los “muchachos del verano” estaban en declive y sus primeros años en California fueron de reconstrucción.
Sin embargo en 1959 con un equipo parchado, sorprendieron a todos al capturar el banderín de la Liga Nacional sacando dos juegos de ventaja a los Bravos de Milwaukee.
Larry Sherry, Chuck Essegian y otros, tuvieron fantástica temporada y no pararon hasta ganar la Serie Mundial de ese año contra los Medias Blancas de Chicago en seis juegos.
Sherry ganó dos juegos y salvó otros dos en una impresionante actuación. Durante los años 60s, los Dodgers se forjaron su propia identidad.
Sandy Koufax y Don Drysdale fueron los pilares en el cuerpo de lanzadores. Respaldados en la loma de lanzar por los excepcionales, Johnny Podres, Claude Osteen y Ron Perranoski, el equipo confió en sus lanzadores, defensa y velocidad más que en su poder.
Con gentes como Maury Wills, Tommy y Willie Davis, los de Hollywood pudieron galopar a toda velocidad alrededor de las bases.
La mayor parte del bateo de poder fue proporcionado por Frank Howard que con sus poco más de dos metros y sus 113 kilos de peso, podía echar la pelota por el jardín izquierdo con una sola mano.
Los Dodgers se establecieron en Los Angeles, California en donde permanecen hasta el día de hoy, generalmente con una exitosa actuación. Con este capítulo hacemos una pausa sobre la interesante historia de los Dodgers, esperando pronto continuar con su desempaño en la ciudad de Los Angeles.
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