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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
VICENTE ARTURO CARRANZA FERNÁNDEZ
Por Héctor Barrios Fernández
Fue el 14 de julio de 1951 cuando el apuesto joven Vicente Carranza Corral y la Srita. Lolita Fernández Moreno dos personas altamente estimadas y valiosas dentro la sociedad de Magdalena de Kino, en el norteño estado de Sonora, México, contrajeron nupcias en el mismo Pueblo Mágico que los vio nacer.
Con el pasar de los años el matrimonio Carranza Fernández trajo al mundo a siete hijos, de los cuales fueron seis varones y una niña.
El primero de ellos nació el 3 de febrero de 1952 en la misma comunidad magdalenense.
En honor a sus abuelos tanto paterno como materno y obviamente a su papá, recibió el nombre de Vicente Arturo.
Al paso de los años fueron llegando al mundo el resto de los hijos.
La familia se dedicó a la producción agrícola, comercio y ganadería.
Los niños Carranza Fernández pasaron su niñez en el seno familiar y como es normal en esa etapa disfrutaron de las actividades lúdicas, recibiendo también la mejor atención por parte de sus padres y abuelos.
Desde un principio Vicente Arturo tuvo la virtud, habilidad y facilidad para relacionarse con las personas que lo rodeaban, especialmente los mayores que él, por tal razón su bisabuela, la Sra. Lolita de Fernández le puso como apodo “el Viejo.”
A muy corta edad esta característica personal lo llevó a apegarse a sus abuelos paternos y maternos, pasando grandes temporadas en el rancho de la familia Carranza Corral, todo esto fue, antes de que llegaran las inevitables obligaciones escolares.
Al fallecer el abuelo paterno, la relación con el materno se hace aún más sólida, resultando una maravillosa convivencia la cual se amplía hasta las personas de sus tíos Francisco Arturo Fernández Moreno y Taurino Fernández Félix de quienes también guarda grandes recuerdos y enseñanzas.
Su tío Oscar “el Loco” Carranza, hermano de su papá, se inclinaba por la práctica del béisbol, actuando como uno de los lanzadores principales del equipo local dentro de la fuerte liga “Norte de Sonora.”
Posteriormente alrededor del año de 1959, “el Loco” Carranza tomó bajo su dirección al equipo de la vecina Santa Ana perteneciente a la misma liga donde obtuvo dos títulos .
Vicente Arturo comienza a practicar el béisbol al inicio de su etapa escolar con sus compañeros de estudio, lo mismo que con los vecinos del barrio del Mirasol en donde por cierto también vive la estrella del béisbol mexicano, el gran Sergio “Kalimán” Robles.
Además del béisbol, el “Polo” era otro de los deportes preferidos por la familia y paralelo a este gusto comienzan a aparecer sus primeros ídolos como el mismo Oscar Carranza, Rafael “Failo” Leyva, Manuel “Manuelón” Hernández entre otros.
La cercanía y el apego a uno de sus tíos maternos, Francisco Arturo Fernández Moreno, hizo que iniciara su pasión por otra de sus grandes aficiones, la de los caballos.
Como una de las actividades vespertinas, en compañía de otros, entre familiares, amigos y vecinos, organizaban encuentros de béisbol en cualquier terreno baldío en el citado Barrio del Mirasol.
Como en los albores de este bello deporte, a falta de guantes, bateaban con la mano desnuda, los norteamericanos lo llamaron “Handball” en Magdalena le llamaron “Carro,” y en otras partes recibió otros nombres.
Entre los que se reunían para jugar se encontraban hermanos y primos del que poco tiempo después se convertiría en uno de los mejores receptores en la historia del béisbol mexicano, el ya citado Sergio Robles Valenzuela.
Pronto comenzaron a ganar admiradores a su manera de jugar y convivir, tal es el caso del señor Carlos Albelais quien los alentaba con sus porras y comentarios positivos.
En ese tiempo no existían en la comunidad ligas infantiles organizadas formalmente, eso vino a suceder después del año de 1957, motivados por la hazaña de los niños de Monterrey que resultaron campeones mundiales, los juegos se daban de manera informal dentro de las escuelas o en las colonias del pueblo.
En una de tantas anécdotas e historias de Vicente Arturo, cuenta que un buen día sucedió que estando inscrito en un colegio particular y tal vez producto de que su Maestra mandaba llamar a sus padres un día sí y otro también a consecuencia de su conducta inquieta, toma la decisión unilateral de cambiarse de escuela, hasta aquí nadie vio, nadie supo.
Pasadas varias semanas, su nueva Maestra Luz Irene Acosta, conocida de sus padres, se encuentra con ellos y les comenta lo bien que el niño va en las clases y el buen comportamiento que observa, fue allí donde lo descubrieron, Doña Lolita, su mamá, comentó que ya se le hacía raro que durante semanas no la mandaran llamar del colegio para una de las habituales quejas por la conducta bulliciosa del niño Vicente Arturo.
Como consecuencia de los buenos resultados obtenidos en su nuevo centro educativo, decidieron que fuera allí donde terminara su educación primaria.
Ya en su etapa de educación secundaria, habiendo fallecido su abuelo paterno, la relación con el materno y tíos se acentúa y aprende los secretos de las faenas y quehaceres del rancho y el manejo tanto agrícola como del ganado, así como ciertas actividades comerciales.
También comienza a practicar otros deportes como el atletismo, vólibol y básquetbol a la par del béisbol, todo a nivel de pasatiempo juvenil.
En esa época más o menos a la edad de quince años, el señor Jesús Pino Miranda es quien lo invita a integrarse a su equipo de béisbol dentro de la liga municipal, sus posiciones eran tanto primera base o jardinero, siendo ambidiestro para batear.
Es en uno de esos juegos ya con su apodo actual en el que su manejador le indica: “Mi Sangre, toma la pelota, tú serás nuestro lanzador en este juego.”
Ese fue su inicio en esa posición que jugó durante el resto de su carrera.
Posteriormente recibe la invitación de José Ramón Urías para integrarse al equipo de Recursos Hidráulicos, siendo un béisbol de mayor nivel, que los lleva a participar en algunos torneos estatales.
Al concluir sus educación secundaria, combina el béisbol y sus actividades campiranas al lado de su abuelo Arturo.
Aquí se toma un receso de dos años en sus actividades escolares y después de una exitosa jornada dominical en la que en el primero de un doble juego resultara el lanzador triunfador, recibe la invitación del señor Ramón Reyes Altamirano, directivo del Club Membrilleros de Magdalena para que se integrara a esta novena.
Fue así como a los 18 años incursiona en el béisbol de paga.
Después de algunos juegos en los que se dedicó a observar y ambientarse dentro de su nuevo equipo y seguido de una actuación exitosa en plan de relevo, por fin se llegó el día en que lo anunciaron para hacer el tan esperado debut, iniciando su primer juego, con tan mala fortuna que al estar sacando del automóvil sus pertenencias, al cerrar la puerta con llave y no habiendo nadie en los alrededores, se agarra uno de sus dedos de la mano de lanzar lastimándose seriamente y pasando inmediatamente a la lista de incapacitados postergando su debut por tiempo indefinido.
Esa temporada se vio coronada con el título de la liga para los Membrilleros de Magdalena bajo el mando de Florencio “Chico” Estrada y refuerzos de calidad como los lanzadores Arturo Ramírez y Alfredo “Lobito” Meza, quien con el tiempo llegó a convertirse en su compadre.
Para la siguiente temporada junto con varios peloteros Membrilleros, dan el salto al equipo de la comunidad de Benjamín Hill dentro de la misma liga.
Después de dos años en que su preparación académica se vio truncada, una madrugada al estar siendo devorado por el fuego el mercado perteneciente a su abuelo, en ese momento le llega la inspiración decidiéndose y proponiéndose continuar con sus estudios ya que no quería fracasar en ese sentido.
Parte a la ciudad de Hermosillo, capital del estado de Sonora e ingresa a una institución educativa por corto tiempo hasta que decide mudarse a otra en la misma ciudad que le ofrecía mejores oportunidades.
A la par con su instrucción escolar, sigue practicando el deporte de sus amores.
Es allí donde conoce y cultiva gran amistad con personajes como el ahora Lic. Jesús Alberto Rubio, Leonardo Clayton, Víctor “el Pelón” Valencia, Javier “Tatacha” Noriega, Pancho Barrios que era el jardinero central de su equipo.
Por este tiempo recibe invitación para incorporarse a la organización de los Charros de Jalisco como parte de su granja en Fresnillo, Zacatecas.
También de la Universidad de Sonora a través de su paisano el prestigiado entrenador Gustavo Hodgers, recibe el ofrecimiento de una beca para integrarse al equipo de esta casa de estudios, amablemente declina ambas propuestas por tener trasado su futuro personal.
Pasa el tiempo, termina su etapa escolar en Hermosillo e ingresa a la Universidad Autónoma de Guadalajara dentro de la carrera de medicina, como estudiante de esta prestigiada institución, ingresa al equipo de béisbol bajo la dirección del ex pelotero profesional Enrique “Bacatete” Fernández.
Estando cursando el sexto semestre de la carrera de medicina, recibe el ofrecimiento para que mediante una beca, asistiera a tomar un curso de medicina del deporte en la prestigiada Universidad John Hopkins en la ciudad de Baltimore, en los Estados Unidos.
A su regreso de Estados Unidos y como parte de su preparación académica y dentro del servicio social, su maestro de la cátedra de Ortopedia lo asigna a los recién creados “Tecos,” equipo de fútbol representativo de la Universidad.
Al siguiente año reanuda sus cursos de medicina deportiva, ahora en la ciudad de Phoenix, Arizona y desde entonces ha estado en una preparación permanente y constante buscando estar al día en cuanto a las nuevas técnicas y avances de la medicina en general, sobre todo en la que corresponde al deporte.
En 1977 concluye sus estudios profesionales y se traslada a la ciudad de Tijuana a realizar su internado en el Hospital General de la fronteriza ciudad.
Ese mismo año es cuando su maestro y Director de la especialidad de Ortopedia, el Dr. Marco Antonio Pichardo, le propone integrarse al equipo de béisbol “Potros” de Tijuana como parte del equipo médico, propuesta que acepta gustoso, integrándose al citado Club.
Durante su estancia en Tijuana, combina sus actividades médicas con el béisbol y se involucra con el Club Aztecas que dirigía el Sr. Armando García dentro de la Liga Municipal categoría de primera fuerza.
Es en este equipo donde coincide con el que después se convertiría en excelente lanzador profesional, Javier Carranza.
Al término del internado en el mes de junio, regresa a su tierra natal para realizar el servicio social obligatorio como aún parte de su preparación.
Es cuando los famosos lanzadores mexicanos José “Peluche” Peña y Maximino León de manera particular buscan sus servicios profesionales por diferentes motivos que les aquejaba en su brazo de lanzar.
Ambos reciben la atención adecuada, volviendo en corto tiempo a la actividad beisbolera con el éxito de siempre y que los llevó al Salón de la Fama del Béisbol Mexicano.
Tiempo después, en 1978 por compromisos de trabajo y estudios inicia el ir y venir a los Estados Unidos, especialmente a Houston, Tx., y Los Angeles, Ca., en donde toma otros cursos sobre Medicina del Deporte.
Termina por echar raíces por algunos años en la ciudad de Tecate, B.C.
Nuevamente le gana el “gusanito” por la práctica del béisbol y aún con “cuerda” en el brazo, lo invitan a unirse a la novena de “Autopartes Jansa.”
Establecido en la cervecera ciudad, las visitas a la cercana Tijuana son frecuentes y allí nuevamente en 1984 lo invitan a unirse a los “Yankees,” equipo que era manejado por el Sr. David González, papá de los ex ligamayoristas Edgar y Adrián González, patrocinados por el Ing. Jaime Bonilla actual (10-10-21) Gobernador del Estado de Baja California, en este equipo coincide también con Eduardo “Tin Tan” Jiménez, quien ya enseñaba su gran talento para el béisbol, actual ocupante del segundo lugar en la lista de los máximos jonroneros de la Liga Mexicana del Pacífico con 199, únicamente atrás del gran Héctor Espino González, 299.
Su prestigio profesional va creciendo y comienza a tener pacientes peloteros tanto mexicanos como norteamericanos.
En la década de los 80s se interesa por el tema del “doping” dentro del deporte, tema que no estaba tan estudiado y regulado como el día de hoy.
En los 44 años de carrera dentro de la medicina, al Dr. Carranza Fernández le ha tocado atender a un sin número de peloteros que van desde el nivel aficionado hasta de Grandes Ligas, pasando obviamente por los jugadores que actúan en las principales ligas profesionales de México, así también como asesor en la materia tanto de estas organizaciones como de los equipos que la conforman.
Junto con Margarita González Valle, su esposa, han sabido entregar en sus hijos, tanto a la familia y a la sociedad, ciudadanos responsables dedicados a sus profesiones y trabajos, el C.P. Francisco Arturo, Margarita Marisol, Daniel Ulises y el Arq. Sergio Ernesto, tendencia que orgullosamente se extiende hasta sus diez nietos que van siguiendo el ejemplo y el camino del esfuerzo, dedicación y disciplina como ingredientes del éxito, fructificando hasta este momento en un Ingeniero, una Ingeniera y una Doctora.
El béisbol no está reservado únicamente para los jugadores, hay muchos otros elementos y disciplinas que forman parte de él y que desde distintos ángulos influyen en su práctica y desarrollo.
Por lo tanto, “Mi Sangre” el Dr. Vicente Arturo Carranza Fernández, dentro de su actividad y aportaciones, es “Una Estrella del Béisbol.”
Espero sus amables comentarios en: info@beisboldelosbarrios.com