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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
TRAGEDIA EN EL DIAMANTE
Por Héctor Barrios Fernández
En tratándose de temas beisboleros es común que se aborden los relativos a los cuadrangulares, las blanqueadas, los juegos sin hit, los ponches, etc.
Por cierto que si a Usted le gustan los “chocolates” y quiere darse un banquete de ellos hasta indigestarse, le recomiendo que con un click entre a http://beisboldelosbarrios.com/index.php/gabriel-gaby-de-la-torre-miguel-antonio-puente/ y conozca la historia de Miguel Antonio Puente y Gabriel “Gaby” de la Torre, 64 ponches entre los dos en un juego, para Ripley.
Tragedias en el diamante: que si al bateador lo poncharon en todos sus turnos al bat durante el juego, que si el lanzador perdió el juego perfecto en la novena entrada con dos outs, que si nuestro equipo favorito perdió la Serie Mundial en la novena entrada del séptimo juego, producto de un cuadrangular, esas son tragedias meramente deportivas, pero no… esta es diferente, no se puede comparar.
El 16 de agosto de 1920, los Indios de Cleveland estaban en el primer lugar de la “tabla” de posiciones, visitaban a los Yankees en el “Polo Grounds,” recordemos que el Estadio de los Yankees no existía aún, y éstos pagaban alquiler a los Gigantes por jugar en su estadio, los Yankees estaban medio juego atrás en segundo lugar. El futuro miembro del Salón de la Fama Stan Covelesky estaba en el montículo por los Indios, mientras que el lanzador de “bola submarina” Carl Mays iniciaba el juego por New York. Abriendo el quinto inning con los Indios al frente 3-0, el parador en corto de la tribu Ray Chapman tomó su turno al bat, con su acostumbrada postura encorvada.
Chapman de 29 años de edad y su novena temporada como jugador de Grandes Ligas, estaba teniendo una de las mejores en su carrera. Ya con 111 juegos jugados en este 1920, bateaba para .303 de porcentaje, un increíble .803 con corredores en posición de anotar. Había anotado 97 carreras, 4 debajo de su mejor marca personal y había producido 49 carreras, muy buen número para ser en segundo en el orden de la alineación, también uno de los mejores chocadores de pelota. También un gran jugador a la defensiva, con uno de los mejores porcentajes en su posición y además cubriendo grandes porciones de terreno.
Chapman era también conocido por arrimarse mucho al plato y Mays era un lanzador con muy mala fama de lanzar pegado a los bateadores para establecer el control de la zona de strike. En este gris día de agosto de 1920, Mays, lanzando por abajo del brazo, sus lanzamientos eran particularmente difíciles para los bateadores.
El tercer lanzamiento de Mays en el quinto inning viajó y fue directo a Chapman.
Chapman no logró quitarse a tiempo y la pelota lo golpeó a un lado de la cabeza. Se desplomó a la tierra y los más de 20,000 aficionados presentes respiraron hondo al ver y escuchar el impacto. Los doctores rápidamente acudieron en su auxilio y sus compañeros lo llevaron a los vestidores.
Ray fue llevado de inmediato a un hospital cercano. Los médicos trabajaron valientemente para tratar de salvarle la vida, pero todo fue en vano. Ray Chapman murió la mañana del 17 de agosto de 1920.
Una lápida marca el sitio de su sepultura en el cementerio de Lake View en Cleveland y simboliza más que un trágico final de una prometedora carrera dentro del béisbol.
La muerte de Chapman propició algunos cambios en los juegos de las Grandes Ligas y enfatiza las batallas entre los lanzadores y los bateadores que continúan hoy en día.
El primer cambio en el despertar de la tragedia fue una nueva regla, requiriendo que los jueces sustituyeran por una pelota nueva cuando la que estaba en uso se ensuciara o se raspara. (Por cierto he notado que al menos en el béisbol de nuestro país, ‘México,’ eso aún no sucede y ya estamos en el año 2018), anterior a eso, los dueños de los equipos y directivos de las ligas se habían quejado de que los umpires eran muy generosos a la hora de reemplazar una pelota usada, esto aumentaba los gastos. Pelotas dañadas y manchadas no solamente eran más difíciles de ver por los bateadores, sino que por su condición eran más impredecibles en su vuelo.
Los lanzadores, por mucho tiempo han sido conscientes de los efectos que toman las pelotas dañadas o alteradas, incluyendo el agregarle sustancias extrañas. El autor de la “pelota ensalivada” es difícil de precisar, pero el hombre más señalado por popularizarla fue Jack Chesbro. Miembro del Salón de la Fama, Chesbro usó la “pelota ensalivada” con gran efectividad en 1904, imponiendo un record post 1900 de juegos ganados en una temporada con 41. Otros lanzadores le siguieron y en pocos años, la mayoría de los cuerpos de lanzadores incluían a uno de “pelota ensalivada” entre ellos. Su popularidad fue en decadencia en los 1910s, sin embargo, conforme los bateadores se ajustaron al lanzamiento, algunos lanzadores también se especializaron en ello.
El 9 de febrero de 1920, seis meses antes de la muerte de Chapman, el Comité de Reglas declaró que la “pelota ensalivada,” lo mismo que la pelota raspada, enlodada, acaramelada, engrasada y cualquier otra alteración, era ilegal. 17 lazadores de “pelota ensalivada” fueron protegidos y continuarían usando el lanzamiento. Burleigh Grimes, un ganador de 20 juegos en cinco ocasiones, lanzó durante 19 temporadas para siete equipos diferentes, fue el último lanzador que legalmente utilizó la “pelota ensalivada” cuando se retiró en 1934. Estoy seguro de que Grimes no fue el último en utilizar el “lanzamiento ensalivado,” ya que numerosos lanzadores en décadas subsecuentes han sido sospechosos y castigados por utilizar lanzamientos alterados, entre ellos los miembros del Salón de la Fama, Don Sutton y Gaylord Perry.
No hay nada que indique que el fatal lanzamiento de Carl Mays a Ray Chapman fuera una “pelota ensalivada.”
Más bien, este incidente resalta el peligro de los lanzamientos cerca de la cabeza, otra popular y controversial táctica en el arsenal de los lanzadores. Mays fue conocido por ser un entusiasta empleador de los lanzamientos cercanos a la cabeza de los bateadores, regularmente lanzando alto y pegado para intimidar a los bateadores y mantenerlos “a raya”. Los lanzadores de los Yankees estaban en total desacuerdo con su compañero “caza cabezas.” Después de la muerte de Chapman, Mays fue vilipendiado por jugadores y periodistas y muchos pidieron que fuera expulsado de la liga.
Mays siempre aseguró que no tuvo la intención de golpear a Chapman e inmediatamente después de la jugada y antes de que alguien supiera que tan grave Chapman había sido lastimado, Mays presentó la pelota al umpire y señaló un rasguño que había causado que ésta viajara sin control.
Mientras que la pena por golpear a un bateador con un lanzamiento, intencional o no, concediéndole la primera base, fue introducida al libro de reglas en 1887, los lanzamientos a la cabeza o “lanzamientos a propósito” intentaron enviar un mensaje y derivaba en un sin número de interpretaciones. Un umpire puede llamar la atención o expulsar a los lanzadores y a los manejadores, si cree que el lanzador está llegando muy lejos o si sospecha que deliberadamente el lanzador trata de golpear al bateador.
Los lanzamientos a la cabeza habían sido la estrategia preferida de muchos grandes lanzadores como, Don Drysdale, Bob Gibson y Salvatore “el Barbero” Maglie, habiendo sido apodados los “rasuradores” por emplear lanzamientos cerrados.
Cierto que los lanzamientos ceñidos son una parte del juego, ya que los lanzadores pretenden proteger lo que creen es su territorio; la zona de strike y hasta ahí está bien, pero no tanto como para poner en peligro la integridad de los bateadores. Los mismos bateadores con frecuencia le buscan “tres pies al gato o ruido al chicharrón” ya que se sienten cómodos acercándose al plato.
Mientras Chapman ha sido el único jugador en perder la vida como resultado de ser golpeado por un lanzamiento, algunos jugadores vieron sus carreras profundamente afectadas por golpes principalmente en la zona de la cabeza.
El miembro del Salón de la Fama, el receptor Mike Cochrane estuvo cerca de terminar su carrera y peor aún de perder la vida por un lanzamiento descontrolado en 1937. Treinta años después, la estrella de los Medias Rojas de Boston, Tony Conigliaro fue golpeado en un ojo que le causó daño permanente en su vista, a pesar de eso regresó al juego en 1969, pero no pudo regresar a su antigua forma exitosa.
Algo similar le sucedió a la creciente estrella Dickie Thon de los Astros de Houston quien descarriló su carrera por un lanzamiento al inicio de la temporada de 1984. La última aparición al plato en la carrera del miembro del Salón de la Fama, Kirby Puckett finalizó con un lanzamiento rápido y pegado del nicaragüense Dennis Martínez, el cual golpeó en la mejilla y la mandíbula a Puckett al final de la temporada de 1995, la lesión no acabó con la carrera de Kirby, pero él desarrolló glaucoma durante el receso de temporada, frustrando cualquier esperanza por regresar.
Estos últimos tres ejemplos vinieron durante la edad de los cascos para batear, los cuales no fueron obligatorios por las Grandes Ligas hasta 1958. Considerando la increíble velocidad de los lanzadores de hoy en día, la llegada de los cascos, seguramente han prevenido un sin número de tragedias. Tristemente la innovación llegó tarde para Ray Chapman.
Demos click en: https://www.youtube.com/watch?v=K7HYqkt0ck4 y veamos la experiencia de Ron Cey frente a Rich Gossage. Increible.
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