UN TORO EN LOS DIAMANTES CAPÍTULO 1

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UN TORO EN LOS DIAMANTES 
Por CESÁREO SUÁREZ NARANJO 
CAPÍTULO UNO 

PRÓLOGO (Y, DESPUÉS, ¡”TODO LO QUE TENGA QUE SEGUIR”!) No todas las historias felices pueden contarse como si fueran cuentos de hadas; pero, ésta ¡es tan parecida a una de ellas!, que siempre – desde que se dio “todo” – se sigue contando de la misma manera: con la admiración, con la completa satisfacción de haber visto a un compatriota conquistar los corazones de millones de personas y entusiasmarlas, casi hasta el paroxismo, gracias a sus logros en el terreno de juego, a pesar de que ya ha pasado una buena cantidad de años. 
Y no únicamente los aficionados al beisbol fueron impactados por su carisma (que en él siempre fue tan “natural”), sino que hasta personas que poco o nada se habían interesado por el beisbol, preguntaban por él, o buscaban información al respecto. 
Recuerdo – tan solo por dar un ejemplo – a mi cuñada, ANDREA, teniendo casi como única diversión las telenovelas; pero, en la época en que la cadena de televisión mexicana tomó la bendita decisión de pasar en vivo los juegos en donde le tocaba actuar a “nuestro personaje”, mi cuñada se olvidaba de los “rollos lacrimógenos”, y le gritaba a mi hermano, quien muchas veces estaba descansando en la recámara: “¡FAUSTO, que ya va a comenzar el partido!”. Y así pasaba con muchas amas de casa. 
UN PITCHER LLAMADO “I DON’T KNOW”.  Al menos así parecía, ese día. De no haber sido por la voz de VIN SCULLY (¡y aun así, todavía!) quien dio los line-ups de los dos equipos a través del sonido local, la mayoría de los 50,511 aficionados con boleto pagado que asistieron al DODGERS’ STADIUM para ver el primer juego de la temporada de 1981, el jueves 9 de abril, se hubieran sentido – de cierta manera – como si estuvieran repitiendo la rutina cómica de BUD ABBOTT y LOU COSTELLO, cuando éstos últimos imaginaban tener un equipo de beisbol, “THE ST. LOUIS WOLVES”.  
Por ejemplo, LOU le preguntaba a BUD: “¿Cómo se llama el tipo ese, el pitcher?”. Pero BUD, en lugar de dar una contestación, se desviaba, preguntando a su vez: “¿Cómo se llama el que está en la tercera base?”. “RON CEY, ¡pero yo no te pregunté por quién está en la tercera!”, decía LOU. Y BUD preguntaba nuevamente: “¿Quién está en la segunda base?”. “¡Otra vez! Es DAVE LOPES, pero lo que quiero saber es quién es el pitcher!  

Y, así, continuaba el juego de palabras y de equívocos, que siempre terminaba con un: “no lo sé”, dicho por BUD.  
En este caso, y aunque indudablemente un buen número de los aficionados reunidos en el estadio de los DODGERS ya habrían visto brevemente al muchacho que estaba en la lomita en seis de los diez juegos en que entro al relevo a finales de la temporada anterior (en apenas 11 y2/3 de entradas), la mayoría de ellos se mirarían unos a otros con extrañeza, y se preguntarían “who is on the mound?”. Y, ¡claro!, la respuesta más obvia sería “I don’t know”. 
Mientras tanto, el chamaco llamado “No lo Sé” – de apenas 20 años, cinco meses y ocho días – a pesar de la enorme responsabilidad que le confió su manager, no perdió el aplomo, ni siquiera al ver las tribunas llenas.  
Sabiendo ya “quiénes” eran los Astros de Houston – pues se había enfrentado a ellos en tres de los cuatro partidos en la última serie de la temporada anterior, lanzando en total 6 entradas sin aceptar carreras; logrando incluso un triunfo sobre de ellos – y atendiendo en todo las señas que le hacía su receptor MICKEY SCIOSCIA, procedió a hacer sus movimientos, bastante peculiares, ya que al mismo tiempo que hacía su “wind up” para realizar cada una de sus pitcheadas, echaba una mirada al cielo.  
Me gustaría saber si alguien, en algún momento, sintió la curiosidad de preguntarle a “I Don’t Know” a quién – o qué – buscaba mirando al cielo (que, para nada, tendría que ver con la canción “Óyeme”, de Mónica Naranjo).  
El caso es que, a partir de ahí, comenzó lo que se puede calificar como uno de los milagros más grandes en el mundo del beisbol (lo que hizo MARK FIDRYCH cinco años antes, se queda “chiquito”, ya que solo fue “llamarada de petate”). Y el entusiasmo de los aficionados – sobre todo, de los mexicanos – subió al máximo. 
Pero, vayamos “al pasado”, porque este tipo de historias nos obliga a hacer frecuentes “flash backs”, para irla conociendo lo mejor posible. 
¿QUIENES, REALMENTE, LO DESCUBRIERON?  Considerando las diversas situaciones y circunstancias que concurren cuando sucede algo notable, dar el crédito a una sola persona sería injusto; pero no dárselo a alguien que lo merece sería aun más injusto, como en el presente caso.  
Así que procuremos “hacer historia”, y “darle honor a quien honor merece”.  
UN ENCUENTRO CASUAL, POR DEMÁS AFORTUNADO. Sentados en las gradas del vetusto parque de beisbol “Miguel Alemán” – muy cerquita de” la Casa Redonda”, donde tiempo atrás hacían sus maniobras las máquinas del ferrocarril, pero que ahora forma parte de una de las colonias céntricas y más populosas de COATZACOALCOS – contemplando el desarrollo de uno de los partidos del equipo INDUSTRIALES de la Liga Invernal Veracruzana, me encontré con dos jugadores que, por algún tiempo, fueron parte de los DIABLOS ROJOS del MÉXICO: ALEJANDRO LIZÁRRAGA y RAÚL CANO.  

No recuerdo bien (y con el inconveniente de que ya no me es posible recuperar mis notas en el facebook, para poder ser preciso) pero más o menos sería “un sábado del mes de noviembre de 2013”.  
Tomé asiento junto a ellos, y después de los saludos obligados (sin quitar la mirada de lo que ocurría en el terreno de juego) me “lancé de lleno” a hacer una pregunta que me “bailaba en el caletre”, pero que no me había sido posible hacer por mucho tiempo, hasta que tuve a mi alcance a la persona adecuada.  
Y ese era, precisamente, RAÚL CANO, quien después de dejar de ser pelotero activo, se ha dedicado a dirigir equipos, a actuar como coach, gerente, y hasta como buscador de talento.  
“RAÚL; por lo que me he podido enterar, tú también tuviste parte en el “descubrimiento” de FERNANDO VALENZUELA, pero veo que no se te ha dado crédito en ello”. Con esto daba a entender lo que las versiones siempre habían manejado; y se habían inclinado, invariablemente, hacia “CORITO” VARONA y MIKE BRITO, haciendo a un lado a los demás; esto es, a CANO y a AVELINO LUCERO. 
Intencionalmente he dejado en el aire la respuesta que me dio Raúl Cano en aquella ocasión, porque se me dio por buscar – ya ahora que estoy en esto –  apoyo a través de los medios digitales. No porque en algún momento dudara de su dicho, sino para corroborar y tener más fuerza en lo que escribo; y encontré que lo que esos medios reproducían eran casi las mismas palabras que Cano me dijo en esta ocasión.   
Ayer por ejemplo, 10 de mayo, encontré en una página de Internet lo siguiente: “DIARIO EL INDEPENDIENTE. BAJA CALIFORNIA SUR”. Por: REDACCIÓN. Miércoles 16 de Septiembre de 2020. EMMANUEL CAMPA. 
“RAÚL CANO fue la primera persona quien firmó a FERNANDO VALENZUELA cuando lo vio lanzar en NAVOJOA. Sin esa contratación, la fantástica historia del TORO de ETCHOHUAQUILA, hubiera tomado otro rumbo.  
“No sabemos qué hubiera pasado. Un equipo firma a un jugador y (éste) empieza a evolucionar, dependiendo de cómo lo lleven o qué instrucción reciba”, opinó el directivo de TOROS de TIJUANA (debemos tomar en cuenta que el énfasis que le pone CANO a estas palabras es muy significativo).  
“Todo lo que hablan de FERNANDO me llena de alegría porque se merece todos los méritos…Me siento muy halagado porque sé que algo hice bien en esa carrera tan grande de FERNANDO”.  
“CANO, quien firmó a VALENZUELA para los ÁNGELES de PUEBLA, equipo que luego vendió el contrato a DODGERS en 120 mil dólares, recordó un juego en especial frente a CARDENALES.  
“Me tocó ver el último partido de FERNANDO antes de la huelga de 1981. Lanzó un juegazo, pero perdió 2-1 en San Luis por un jonrón de campo que fildeó mal el jardinero. Me dijo que ese día estallaría la huelga y así ocurrió a las 12 de la noche”, recordó CANO sobre aquel episodio…”.  

NOTA: este juego, al cual se refiere RAÚL CANO, se celebró  el 11 de junio; y ocurrió que, con dos outs, en la misma primera entrada, KEITH HERNANDEZ recibió base por bolas; y fue remolcado al plato, por el batazo de GEORGE HENDRICK, quien también anotó. 
ME PASÓ DESAPERCIBIDO, DESAFORTUNADAMENTE. Sería por el mes de abril de 1979 (la primera temporada de “mis queridos” AZULES de COATZACOALCOS) cuando los LEONES de YUCATÁN vinieron como visitantes. Como nos puede pasar muchas veces, para mí “el muchacho” pasó desapercibido (su nombre no me decía nada). Y aun andando en el terreno de juego, tomando fotos para enviarlas a la revista HIT, a los que me acerqué a platicar fue con algunos de los jugadores ya conocidos, como WILLIAM BERZUNZA, SAÚL MENDOZA, RAFAEL ORNELAS, etc., además de CARLOS PAZ y LEONEL ALDAMA, manager y coach del equipo. ¡Ni modos! Una tremenda pifia.  
¿QUÉ HUBIERA PASADO, SI LOS PÉREZ AVELLÅ NO LO HUBIERAN PRESTADO?  
Todo “mundo” sabe que los ANGELES de PUEBLA – sobrados de buenos lanzadores – le prestaron al novato al conjunto yucateco (lo demás, diremos todos, “es historia”).  
Pero, la pregunta cabe: ¿qué hubiera pasado, si los PÉREZ AVELLÁ lo hubieran retenido en el equipo? Aunque “el hubiera” no existe, en realidad, no se necesita mucho, para la respuesta: “Que no hubiese tenido mucha acción, con la línea de pitchers, ya “hechos”, que formaban la novena – ERNESTO ESCÁRREGA, CÉSAR DÍAZ, PABLO GUTIÉRREZ, RAMÓN MUNGUÍA, FERNANDO LÓPEZ, ANTONIO PULIDO, etc. – y que los llevaron al título”.  
¿COMO FUE QUE SU MANAGER LE CONFIRIÓ TAN ENORME RESPONSABILIDAD? Para eso, hemos de recurrir a otra página de Internet, donde aparece el artículo escrito por JASON TURBOW el 3 de junio de 2019, el cual traducimos:  
“En 1981, un pitcher desconocido procedente de México, cambió (sic) el juego para los DODGERS. Una Mirada en Retrospectiva de la temporada del campeonato, cuando la FERNANDOMANIA arrasó a LOS ANGELES”. 
“El tipo que estaba parado en el montículo del DODGER STADIUM el día inaugural no era, precisamente, el que los DODGERS hubiesen querido para que estuviera ahí, el día inaugural.  
De por sí, el equipo local ya había enfrentado mucha presión, aún sin tener que considerar un abridor  “emergente” en el primer juego de la temporada de 1981; y mucho menos siendo este un jugador de 20 años con apenas 17 entradas de experiencia en Grandes Ligas en su haber; cada una de ellas, saliendo del bullpen. 
“En ese punto, las preocupaciones por el pitcheo de los DODGERS tenían más parecido a una situación de emergencia (“triaje”, dice el original, empleando una expresión médica), que a algo que tuviese que ver con la estrategia… 
“Para empezar, los DODGERS ya no contaban con DON SUTTON quien, precisamente, había pasado a los ASTROS de HOUSTON.  
“El zurdo JERRY REUSS, quien venía de una campaña estupenda, estaba más que listo para deslizarse en el lugar de SUTTON en la cima de la rotación; pero en el entrenamiento final, un día antes de la inauguración, se lesionó un músculo de la pantorrilla, tan severamente que terminó fuera de juego durante los primeros diez juegos de la temporada.  

Al manager TOMMY LASORDA no le habría costado mucho “jalar” por el  tipo que seguía en la rotación; pero BURT HOOTON, pensando que tenía un día adicional para recuperarse, se había sometido a un procedimiento para extirpar una uña encarnada y se vio obligado a sentarse. “El abridor número tres”, BOB WELCH, se estaba curando un espolón óseo en el codo que le costaría tres juegos. Por lo que hace a DAVE GOLTZ y el lanzador de tercer año RICK SUTCLIFFE, acababan de cerrar el calendario de exhibición con aperturas en la Serie del Freeway contra los Angelinos.  
“Así es como los altos mandos del equipo tuvieron una plática a solas con Fernando Valenzuela poco después de llegar al estadio; y le dijeron que estaba a punto de convertirse en el primer lanzador novato en comenzar el día inaugural en los 98 años de historia de la franquicia.  
VALENZUELA: UNA “CURIOSIDAD” HECHA REALIDAD. Apenas se dio su triunfo – esplendoroso – en ese su primer partido como abridor, los medios no perdieron de vista al “muchacho mexicano”. 
Y algunos periodistas se enfocaban a sus características físicas, resaltando casi siempre los aspectos que les parecían más curiosos – o, en cierta forma, negativos. 
Como lo hizo JIM MURRAY, en Los Angeles Times, al día siguiente: “VALENZUELA es una curiosidad física, cachetón y con una amplia barriga; sus características (étnicas) mayas acentuadas por una abundante cabellera negra que se le “derrama” (sic) muy por fuera de su cachucha. Él es – ¿cómo podríamos decir? – ¡bien!, él está gordo; eso es…”. 
“Valenzuela was a physical curiosity, with chubby cheeks and rotund belly, his Mayan features accentuated by bushy black hair spilling straight down from his cap. He is, how shall we say it—he is—well, he’s fat, is what he is.”  
Aquí, “mister” MURRAY comete, “cuando menos”, un error; pues en su descripción, califica de “mayas” las características físicas de FERNANDO; cuando que, bien sabemos, que por sus venas corre sangre de los mayos, de sus antepasados de esas tierras, heredada de su madre. 
Líneas adelante, JASON TURBOW hace el siguiente señalamiento: “… Para el momento en que (VALENZUELA) ponchó a DAVE ROBERTS en el noveno episodio – con un screwball de los mil demonios – había realizado 106 lanzamientos, logrando una blanqueada de únicamente cinco imparables. Los 50,511 aficionados que estuvieron presentes no podían creer lo que habían visto. 
“Todavía el día anterior, y sin pensar siquiera en la más remota posibilidad de que le fuese conferida tal asignación, el muchacho había lanzado en la práctica de bateo…Dejamos aquí, por el momento, este nuestro trabajo.