PEQUEÑOS GIGANTES DE 1957

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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
PEQUEÑOS GIGANTES DE MONTERREY 1957
Por Héctor Barrios Fernández

Si alguna ciudad en nuestro país se ha caracterizado por salir adelante en base al calor y sudor de su trabajo, dedicación, esfuerzo y disciplina, esa ha sido Monterrey, en el pujante norteño estado de Nuevo León, y vaya que todas las zonas, estados y ciudades de nuestra República en mayor o menor grado, merecen ese reconocimiento.
No es casualidad que de esta industriosa ciudad, surgieran los equipos de béisbol de niños que ganaron el prestigioso torneo jugado en Williamsport, Pennsylvania, en los Estados Unidos.
En 1956 se sentaron las bases para posteriormente participar en el programa de Williamsport.
La Ciudad de México y Monterrey con su Liga Industrial, fueron las primeras de nuestro país en participar en este torneo.
Ambas se enfrentaron en McAllen, Texas.
Hubo que viajar en destartalado autobús, desde la Sultana del Norte hasta la fronteriza Reynosa, Tams.

Cruzar la frontera a Hidalgo, Tx., trasladarse doce millas más al norte hasta McAllen, ¡CAMINANDO Y DE AVENTÓN! por la carretera 115, bajo el quemante rayo del sol, además, cargando su equipaje planeado para tres días, tiempo que se suponía duraría la aventura, por si fuera poco, súmele usted echarse al hombro, bats, guantes, pelotas, careta, pechera, etc., conste que eso sucedió en 1957, en el siglo pasado, así que cualquier parecido con un equipo infantil mexicano en la actualidad es mera coincidencia.
Pues nada, que ganan sus cinco juegos programados en McAllen y con todo derecho, se siguen a Corpus Christi, 254 kms. al norte, mientras los encargados mexicanos de atender este asunto, ni enterados estaban y se dedicaban a otros menesteres.
César L. Faz, el manager, hizo milagros.
Ahí, contra todos los pronósticos, ganan sus dos juegos y vámonos a Dallas-Fort Worth, a 668 kms., donde también ganan sus dos compromisos pactados y a seguir adelante, ya no había vuelta atrás, sólo llevaban boleto de ida.

No se sabía que era peor, no contar con el permiso de sus padres para ir tan lejos o el de migración de los Estados Unidos, originalmente ellos sólo iban a McAllen.
A la par de actos discriminatorios (cuándo no) de autoridades texanas y ciertos grupos de la sociedad, otros se volcaron en apoyos de todo tipo, materiales y económicos, no sólo grupos de mexicanos radicados en Estados Unidos, sino latinos en general y hasta de anglosajones que cayeron rendidos ante el carisma y simpatía del sólido grupo de niños mexicanos.
La siguiente parada fue en Louisville, estado de Kentucky, a 1343 kms., de Dallas-Fort Worth.
A pesar de ser entre seis y ocho pulgadas más bajos de estatura y pesar entre 16 y 20 kilogramos menos que sus adversarios, ganan sus dos juegos en la famosa ciudad de las carreras de caballos, lo cual les da derecho a participar en el torneo por el campeonato en Williamsport.
De aquí en adelante si perdían un sólo juego, deberían regresar a casa, ¿cómo?, quién sabe.
¡INCREIBLE! ganaron todos y llegaron al juego final.
23 de agosto de 1957, tarde soleada, perfecta, si, ¡PERFECTA! para jugar béisbol.
Muchos pensaban y opinaban que lo hecho hasta aquí, ya era grandioso, por lo que una derrota honrosa no se vería mal, pero los protagonistas de esta historia pensaban diferente, muy diferente.

Diez mil  personas en el estadio, no podían creer lo que sus ojos miraban. El equipo de Monterrey, México, compuesto por niños de doce años, uno de once y tres adultos, disputándole cara a cara el título al de La Mesa, California, (muy cerquita de San Diego).
Después de ir cero a cero, en la quinta entrada el equipo mexicano con el nombre de Monterrey en su uniforme, (ya que los mandados a hacer con el nombre de México, les quedaron muy grandes y no hubo tiempo para arreglarlos), hizo cuatro carreras para irse adelante, hasta aquí Ángel Macías Barba, lanzador mexicano, nacido el 2 de septiembre de 1944 en Aguascalientes, México, había ponchado a ocho contrarios, no había dado base, nadie se le había envasado ni por hit ni por error de sus compañeros ni por nada, sin embrago nadie lo mencionaba.
Ángel había dado ya el cien por ciento de su energía, pero como dijera el rey de las frases disparatadas en el béisbol, Yogi Berra, al cierre de la sexta y última entrada Macías echó el resto de lo que le quedaba y ponchó a los tres adversarios para ganar el encuentro final y no sólo eso, el pequeño Ángel Macías, había lanzado ¡JUEGO PERFECTO!
Los niños que cruzaron la frontera caminando y cargando sus pertenencias, se habían convertido en campeones del béisbol infantil.
De ahí fueron a New York, estuvieron de visita en el Ebbets Field  donde los Dodgers de Brooklyn los recibieron, fueron a Washington a la Casa Blanca para ser atendidos por el Presidente de los Estados Unidos Dwight D. Eisenhower y los futuros presidentes Lyndon B. Johnson y Richard Nixon.

Posteriormente viajaron, ya en avión, a la Ciudad de Mexico para ser recibidos por el Presidente Adolfo Ruiz Cortines.
A más de un mes de haber salido de casa por sólo tres días, regresaron a ella en Monterrey en donde 300,000 de los 500,000 habitantes que tenía en ese entonces, les dieron la más calurosa de las bienvenidas…continuará.
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