EL BÉISBOL DE LOS 1950s

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ESTRELLAS DEL BÉISBOL
EL BÉISBOL DE LOS 1950s
Por Héctor Barrios Fernández

El béisbol de los 1950s fue tal vez el más unidimensional, el más uniforme, una versión muy predecible del juego que jamás había sido ofrecido al público.
Para 1950, la base robada fue una rara jugada, una jugada “sorpresa”.
En los primeros siete años de la década, ningún equipo se robó cien bases en una temporada.
Los porcentajes de bateo que habían ido hacia arriba en la era de la pelota viva, comenzaron a caer después de 1930.
En los primeros años de la década de los 50s, cada equipo tomó el juego con la idea de una filosofía de ofensiva.
Otro punto en que el béisbol recibió fuertes críticas de los medios, en los cincuentas, fue la larga duración de los juegos.
El promedio de duración de los juegos de Ligas Mayores, andaba en las 2:23 hrs., en 1951.
Para 1960 había subido a 2:38 hrs.
El número de juegos de menos de dos horas en esos años, cayó de 166 a 41.
Todo esto propició críticas de que el béisbol estaba siendo muy lento y a principios de los sesentas, una serie de medidas fueron tomadas para acelerar su paso.
Fue en este tiempo en que se le requirió al manejador remover al pitcher si él iba dos veces al montículo en la misma entrada.
De cualquier manera el juego se volvió lento.
Los ponches que aumentaron desde principios de los 30s, continuaron en aumento a través de los 50s, consecuentemente los batazos dobles y triples descendieron junto con los porcentajes de bateo.
Estas tendencias prevalecieron hasta finales de los 60s.
La base robada comenzó a regresar y una nueva camada de lanzadores de poder comenzó a emerger.
Muchas personas piensan que el béisbol nunca debió cambiar, que debió permanecer tal y como lo inventaron, pero no cambió mucho entre 1920 y 1950.
Se mantuvo jugando el mismo juego, en las mismas ciudades, se mantuvieron jugando bajo las mismas reglas y las mismas estrategias, probando y re-probando las mismas teorías acerca del juego y regularmente los mismos equipos se mantuvieron ganando.
En 1959 todos los equipos de Ligas Mayores, batearon al menos cien cuadrangulares, excepto los Medias Blancas de Chicago, campeones de la Liga Americana, quienes batearon 97 y fueron considerados como un equipo que tenía una ofensiva a base de “velocidad”.
En 1953 las Ligas Mayores se expandieron a territorios del medio oeste.
En 1958, llegaron a la costa Oeste y las ciudades con equipo de Liga Mayor eran, Baltimore, Boston, Chicago, Cincinnati, Cleveland, Detroit, Kansas City, Los Ángeles, Milwaukee, New York, Philadelphia, Pittsburgh, St. Louis, San Francisco y Washington.
Con el rompimiento de la barrera de color, otras identidades étnicas comenzaron a crecer.

Mientras algunos jugadores aún crecían en “Little Italy”, “Fisherman´s Warf” o Germantown, Illinois, muchos crecían en lugares como McAllister o Houston.
La diferencia entre negros y blancos, aún se sentía profundamente, donde los negros no estaban, todo lo demás era blanco.
No había muchos negros, sólo como el ocho por ciento del total de jugadores lo eran.
Había probablemente más polacos que afroamericanos, (Kluszeuski, Mazeroski, Kubek y Musial) estaban entre los mejores.
Un mito se divulgó por ese tiempo, se decía que cada equipo podía contar con dos negros, la estrella y su compañero de cuarto.
Los latinos podían ser compañeros de cuarto de negros o de blancos, pero nunca un negro de un blanco o viceversa.
A menudo se menciona que la Liga Nacional se integró más rápidamente a negros y latinos que la Liga Americana, que por esa razón la Americana fue más débil que su contraparte la Nacional.
Pero más que Liga a Liga, esto se dio equipo a equipo, por ejemplo Cleveland estaba bien adaptado en 1951, mientras los Cardenales en la Nacional, no tuvieron un Negro regular hasta 1958 con Curt Flood.
Tom Alston, un jugador afroamericano regular en 1954, tuvo un ataque de nervios, provocado por abuso racial y Charlie Peete, hubiera sido el primer jugador afroamericano regular de los Cardenales, pero perdió la vida en un accidente aéreo.
Nacieron en esta década los que años más tarde llegarían a ser Estrellas del Béisbol, Dave Winfield, Fred Lynn, Dan Quisenberry, George Brett, Keith Hernández, Jim Rice, Gary Carter, Robin Yount, Dale Murphy, Eddie Murray, Rickey Henderson, Ryne Sandberg, Tim Rines.
Pasaron a mejor vida, Eddie Collins, Joe “El Descalzo” Jackson, Cy Young, Honus Wagner, Connie Mack, Al Simmons, Tris Speaker, Chuck Klein, Mel Ott, Nap Lajoie.
En números cerrados, 165 millones de aficionados asistieron a los estadios en esta década.
Los “Bravos” de Milwaukee de 1957, atrajeron a 2,215,404 fanáticos a su estadio, para ser los que más en una temporada, los Yankees volvieron a ser los reyes de asistencia en los 50s con 16,133,658.
Los “Cafés” de San Luis de 1950, sólo llevaron a 247,131 y los “Senadores” de Washington, con 5,598,081 fueron los de menos clientela en estos 10 años. Los 52 cuadrangulares en 1956 de Mickey Mantle, fueron la mayor cantidad en un año y Duke Snider fue el líder en la década al conectar 326.
El equipo con mejor récord en ganados y perdidos en una temporada correspondió a los Indios de Cleveland de 1954 con 111-43, en los diez años los “Yankees” se llevaron las palmas con 955-582.
Los peores, tanto en un año (1952) como en este período fueron los “Piratas” de Pittsburgh.
1958 había sido la temporada más competitiva en la historia del béisbol en cuanto a tener la más pequeña diferencia entre los mejores equipos y los peores.
Mickey Mantle, Willie Mays y Stan Musial, fueron los más galardonados en bateo, Phil Rizzuto, Al Rosen y Hank Aaron, asomaron un poco.
Entre los lanzadores, Robin Roberts, Warren Sphan y Whitey Ford fueron lo máximo.
Las franquicias comenzaron rápidamente a cambiar de ciudad tras 50 años de estabilidad, los juegos televisados aumentaron, llegaron a su fin los viajes en tren, la asistencia a los estadios colapsó debido a la televisión, (al menos eso se dijo), se tomaron medidas para contrarrestar el eterno problema, los juegos cada vez más largos en tiempo.
En 1954 Don Larsen, el del juego perfecto en la Serie Mundial del ´56, tuvo récord de 3-21 y Orestes “Minnie” Miñoso fue considerado el corredor de bases más agresivo.
Los Cardenales no creyeron que Ernie Banks pudiera jugar en Grandes Ligas y no lo firmaron, lo mismo sucedió a los Tigres con Maury Wills.
Se incorporaron a las estadísticas el elevado de sacrificio y la base intencional.                                                                              
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