Hilde Lara y el beisbol

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Al Bat
Hilde Lara y el beisbol
Por Jesús Alberto Rubio.

Hilde Lara, el gran líder fundador-vocalista del Grupo Yndio, desde Sacramento, California, agradeció a Alejandro Flores Ruiz, director del Salón de la Fama Hermosillense, haya identificado a la mayoría de los jugadores del equipo Hermosillo de 1956 en la Liga de la Costa del Pacífico.
Esa foto que me proporcionó el ingeniero Rodolfo Larios Velarde, ayer también la compartí en mi FB, por si gusta.

Una imagen que vale oro en el eterno tiempo.
Hildefonso, nos apuntó:
“Grandes peloteros de aquellos Naranjeros del 56 y por sus nombres los recuerdo a todos, además de que automáticamente me transportó a aquellas noches de béisbol cuándo correteábamos la bola que salía de foul para atrás hacia el parque Madero y si la agarrabas, era tu boleto para entrar y ver el juego… yo tuve suerte dos-tres veces…”.
Y reitera en relación a la foto:
“Al único que identifiqué de volada, fue al gran Leo Rodríguez quien ya desde entonces era uno de mis jugadores favoritos en esa época (yo tenía 8 años de edad)…
Jamás imaginé que con el correr de los años, ya viviendo en el DF, y Leo ya retirado como jugador activo, llegaría a conocerlo en la Liga Maya (Béisbol infantil/Juvenil) dónde jugaban mis hijos Bobby y Maury y que tendríamos una muy buena amistad hasta su deceso.
El Gran, Gran Leo Rodríguez, finísima persona, dentro y fuera del diamante. Gracias por los recuerdos Jesús Alberto, abrazo y bendiciones desde Sacramento, California”.

Era boy, amigo.
Qué gusto estar enlazado y que a la vez estés atento a vuestra columna Al Bat.
Se aprecia.
Y sí: me uno a sus comentarios en torno a Leo y el valor que tiene su riqueza de recuerdos, nada distantes de todos los que de una y otra forma nos acercábamos en nuestra niñez a los estadios para disfrutar ver beisbol y a sus grandes protagonistas.
Y, en efecto:

¿Quién no pedía el guante, el bat o la maleta a un jugador a la entrada de los estadios para entrar gratis a los juegos?
O bien, quiénes aprovechaban los descuidos de vigilantes para encaramarse a una barda y saltar de allí hacia los graderíos?
Incluso, aquellos que esperaban los elevados de foul por fuera de los parques para “pelearse por la pelota” con los demás chiquitines, ya sea para entregarla a la entrada y meterse de lleno al escenario; o bien correr con ella y guardarla como un tesoro por demás valioso e inclusive para luego utilizarla en los juegos de su barrio.
Qué cosas de la hermosa infancia.
Mmmm… por cierto, de niño, no recuerdo cuando pagué para entrar al estadio Abelardo L. Rodríguez de Guaymas, el que fue demolido entre marzo y abril de 1970 gracias a la infame picota, de modo que ya se imaginará.
¿Y usted…?